Fueron dos nobles hermanos, nacidos en Arabia, en el seno de una
familia cristiana, en la primera mitad del siglo III. Estudiaron
Medicina para ejercer la caridad en los cuerpos enfermos y expandir la
fe cristiana en las almas. Ejercieron su profesión de médicos por puro
amor de Dios, sin cobrar nunca a los enfermos, recibiendo por ello el
nombre de Anárgiros, “los sin dinero”.
Dios los llenaba de gracia en el ejercicio de su arte, y no había
enfermedad que se resistiera a sus prescripciones médicas. A muchos
cuerpos devolvieron la salud, pero en más almas depositaron la luz del
Evangelio.
Cuando irrumpió la persecución de Diocleciano y Maximiano, y se hizo
cargo el prefecto Lisias de ejecutar sus órdenes contra los cristianos
en Egea, hizo éste comparecer ante su presencia a los dos hermanos, que
confesaron intrépidamente su fe.
Sus actas tienen al principio todos los visos de ser auténticas, pero
luego se aprecia que han sido incrementadas por la leyenda.
En todo caso, ambos murieron decapitados tras haber sufrido diversos tormentos.
Asimismo dice la tradición que los tres hermanos de Cosme y Damián
(Antimo, Leoncio y Euprepio) fueron martirizados al mismo tiempo que los
gemelos, y sus nombres se mencionan en el Martirologio.
Enterrados por los cristianos de Egea, sus cuerpos fueron luego trasladados a Roma.
El culto a los santos
El que fuera obispo de Ciro en el siglo V, Teodoreto, menciona en uno
de sus escritos la suntuosa basílica que ambos santos poseían en
aquella ciudad. En esa misma época existían dos iglesias en honor suyo
en Constantinopla, a las que se unieron otras dos en tiempos de
Justiniano (siglo VI). Además, tuvieron templos en Panfilia, Capadocia,
Jerusalén y Mesopotamia, así como un hospital levantado en 457 en Edesa
que fue puesto bajo su patronazgo.
Sin embargo, fue en Roma donde el culto a estos mártires alcanzó su
apogeo, pues llegaron a tener dedicadas más de diez iglesias en la
Ciudad Eterna.
Entre ellas se encuentra el oratorio del Esquilino que les consagró
el papa Símaco (498-514) y que posteriormente se convirtió en abadía.
San Félix IV (526-530), hacia el año 527, transformó para uso
eclesiástico, dedicándolos a los hermanos, la basílica de Rómulo y el
templum sacrum Urbis, con el archivo civil a ellos anejo, situados en la
vía Sacra, en el Foro.
Dicha dedicación se produjo muy posiblemente el 27 de septiembre,
fecha en laue se celebró la fiesta de Cosme y Damián hasta su traslado
al 26 de septiembre en el nuevo calendario.
En el Misal Romano tienen dos misas, una la del jueves después del
tercer domingo de Cuaresma que se refiere al aniversario del martirio,
con múltiples alusiones a la salud, a los enfermos y a las curaciones,
que hacen imposible olvidarse de la popularidad del culto que en otro
tiempo se tributaba a los santos Anárgiros.
La otra es la que empieza Sapientiam sanctorum, que ahora se usa para
común de mártires. En la inscripción de San Félix IV, todavía existente
al pie del hermoso mosaico del ábside de la iglesia que les dedicó, se
lee en grandes letras doradas: “El aula de Dios, en su belleza de
mosaicos, brilla ahora espléndida por la fe y la dedicación a los dos
médicos que lograron el martirio, médicos que son para el pueblo
esperanza segura de salud”.
Artículo originalmente publicado por Primeros Cristianos
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