«No esperes que los que necesitan tu ayuda vengan a ti, sal tú a su encuentro»
Querido Francisco, vas a recibir el ministerio diaconal que configura tu estilo de vida en la imitación a Cristo, el siervo humilde y paciente que toma sobre si mismo el pecado y la miseria humana, y que vino a servir y no a ser servido. Tu misión es proclamar la Palabra de Dios y ser ministro de la caridad, viviendo la castidad en el celibato, valor inestimable para la adecuada relación pastoral con los fieles, que debe basarse en la responsabilidad del ministerio. El Señor te confiere una misión acompañada de su gracia para realizarla, y te compromete a ayudar a los demás, pues puedes estar seguro de muchos sufren fatigas más duras que las tuyos. Dedica tiempo y habla con quienes se sienten marginados y no encuentran sentido a su vida. Y no pongas en las espaldas de los otros tus sacos de disgustos, rebeldías y enfados, más bien déjate cargar con las penas y dolores de los demás. No esperes que los que necesitan tu ayuda vengan a ti, sal tú a su encuentro. Para eso es necesario estar mirando a Cristo y a los demás y no a ti mismo. Sé en todo momento profeta de la buena noticia. Queridos laicos y miembros de Vida consagrada, dad gracias a Dios por quienes se han sentido llamados al sacerdocio que es un bien para la Iglesia y para la sociedad. Pedid cada día que seamos pastores según el corazón de Dios». (MONS. JULIÁN BARRIO BARRIO, de la Homilía en la Eucaristía de Ordenación de un Diácono, Capilla del Seminario Mayor de Santiago, 17 -12-2017).
Boletín de la Delegación para el clero
del Arzobispado de Santiago de Compostela
-Diciembre 2017-
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