El misionero jesuita Andrés Díaz de Rábago protagonizó ayer martes
uno de los momentos “fuertes” de la campaña previa a la celebración del
Domund que Obras Misionales Pontificias (OMP) está desarrollando en las
diócesis gallegas desde el pasado día 2 de octubre. Con sus cien años de
edad, el misionero gallego ofreció un testimonio conmovedor sobre sus
años de estancia en China, Filipinas, Timor Este y Taiwan, a donde
regresará dentro de unos días para continuar con su trabajo.
En el Instituto Teológico Compostelano (ITC), el padre Díaz de Rábago
aseguró que su charla tenía como hilo conductor hacer una reflexión
vital de lo acontecido a lo largo de su vida, “entre Dios y yo”. Recordó
sus años de estudio de Medicina en Santiago de Compostela y cómo
descubrió su vocación para ingresar en la Compañía de Jesús. Hizo
alusión a sus vivencias de la Guerra Civil española, a la que
posteriormente tuvo que sufrir en China y a la que fue testigo en Timor
Este años después. “He vivido tres guerras civiles”, afirmó.
El misionero jesuita invitó a los asistentes a buscar siempre “lo
bueno que hay en los otros, en los que no piensan como nosotros” y les
invitó, también, a que se preguntaran continuamente “y yo por
Jesucristo, ¿qué puedo hacer?”.
El padre Díaz de Rábago mostró su confianza en la Providencia y dijo
que había sido “Dios el que me ha llevado por el camino del Domund”,
desde su infancia y desde su salida de España a China en el año 1947,
tierra en la que fue ordenado sacerdote en 1952 y de la que tuvo que
salir tras el triunfo de Mao.
El misionero jesuita recordó además la importancia de la educación,
un terreno en el que también él trabajo durante muchos años y dijo que
Galicia debía “dar más misioneros a la Iglesia”.
Andrés Díaz de Rábago fue presentado por el director del ITC, Segundo
Pérez López. El acto estuvo presidido por el obispo auxiliar, monseñor
Jesús Fernández González, quien al término del encuentro entregó como
obsequio al misionero una de las tradicionales huchas de porcelana que
durante tanto tiempo fueron un símbolo de la cuestación del Domund por
las calles de nuestras ciudades. David Álvarez, responsable diocesano de
Misiones tuvo unas entrañables palabras de agradecimiento para el padre
Andrés Díaz de Rábago.
pastoralsantiago.es