EL GEN
Luisito se casó hace casi 20 años. Tiene tres hijos espabiladísimos y con su “xenio”. En la aldea le dicen que ya está bien; que debería llamarse sólo Luis. Luis-e, como mucho, que o “e” paragóxico da outra prestancia na vida. Pero Luisito no niega a nadie un buen diminutivo como el suyo. Así lo aprendió de sus padres.
“Son as 10h. Volvo ás 12h. En dúa horas dalle tempo de sobra a reingresar esto que lle sacaron da conta a meu pai. Se non se produce, haberá que prepararse”. Luisito se lo dijo así al director de la sucursal bancaria. ¿Engaños a un padre?: NO. Nunca hizo falta prepararse… A las 12h., todo en orden. “Nuestras disculpas más sinceras, D. Luis”. “Non necesito que me ascenda de catehoría; isosí: que respeten ó meupai”.
La madre de Luisito le riñe mucho a su hijo cuando la visita. Ella le deja en casa y sale a la compra. Tarda poco. Cuando vuelve, el aspirador está pasado, cocina y baño fregados y,la pota, al fuego, junto a alguna sartén “pochando” algo; tal y como ella lo haría. “¿Por qué tes que facer así, traidor?” Aunque después presume de lo lindo con sus amigas: “Qué sorte teño con este rapaz, Dios mío. Da husto con el”. “E a nora, ihual”.
Fidelidad en el matrimonio. Afrontar las dificultades sin nunca rendirse. Seguir la trayectoria escolar de los hijos. El lugar y la manera de sincerarse. Quién es Dios. Sentidiño y prudencia. Disfrutar con las cosas más pequeñas. Cuidar a los amigos. Trabajar mucho y bien. Exigirse y disculparse… Luisito no estudió manuales para estas materias. Las aprendió en su familia.
Algunos dicen que somos lo que comemos. O lo que aprendemos. O lo que pensamos. O lo que hacemos. Tal vez, radicalmente, somos el amor que recibimos. De lo contrario, ni siquiera somos algo.
Luisito se casó hace casi 20 años. Tiene tres hijos espabiladísimos y con su “xenio”. En la aldea le dicen que ya está bien; que debería llamarse sólo Luis. Luis-e, como mucho, que o “e” paragóxico da outra prestancia na vida. Pero Luisito no niega a nadie un buen diminutivo como el suyo. Así lo aprendió de sus padres.
“Son as 10h. Volvo ás 12h. En dúa horas dalle tempo de sobra a reingresar esto que lle sacaron da conta a meu pai. Se non se produce, haberá que prepararse”. Luisito se lo dijo así al director de la sucursal bancaria. ¿Engaños a un padre?: NO. Nunca hizo falta prepararse… A las 12h., todo en orden. “Nuestras disculpas más sinceras, D. Luis”. “Non necesito que me ascenda de catehoría; isosí: que respeten ó meupai”.
La madre de Luisito le riñe mucho a su hijo cuando la visita. Ella le deja en casa y sale a la compra. Tarda poco. Cuando vuelve, el aspirador está pasado, cocina y baño fregados y,la pota, al fuego, junto a alguna sartén “pochando” algo; tal y como ella lo haría. “¿Por qué tes que facer así, traidor?” Aunque después presume de lo lindo con sus amigas: “Qué sorte teño con este rapaz, Dios mío. Da husto con el”. “E a nora, ihual”.
Fidelidad en el matrimonio. Afrontar las dificultades sin nunca rendirse. Seguir la trayectoria escolar de los hijos. El lugar y la manera de sincerarse. Quién es Dios. Sentidiño y prudencia. Disfrutar con las cosas más pequeñas. Cuidar a los amigos. Trabajar mucho y bien. Exigirse y disculparse… Luisito no estudió manuales para estas materias. Las aprendió en su familia.
Algunos dicen que somos lo que comemos. O lo que aprendemos. O lo que pensamos. O lo que hacemos. Tal vez, radicalmente, somos el amor que recibimos. De lo contrario, ni siquiera somos algo.