por Manuel Blanco
HINCHADAS RIVALES
“La vaca y la osa pacerán, juntas se acostarán sus crías (Is 11, 7)
Mario y Fernando eran muy forofos del Dépor (“non despreciando” a los del Celta, que este año va mucho mejor en la Liga). Su profesor de Sociales les había prometido ir a ver un buen partido si aprobaban todo con un digno comportamiento. Lo consiguieron. Como en un gran Adviento, ansiaban que llegase ese día cumbre.
El Real Madrid celebraba su 100 aniversario y había llegado a la final de la Copa del Rey, que se jugaba en su Bernabeu. Rival: el Deportivo. Mario, Fernando y su profe accedieron a sus localidades en aquel estadio imponente, abarrotado. De repente, una bufanda rojiblanca asomaba en el abrigo del vecino de al lado.
“¿Y tú, meuhome?”, le preguntó Fer, dando por hecho que el dialecto de Noia se hablaba en todo el mundo. “Soy del Atleti, no te preocupes. He venido a ver cómo pierde el Madrid…” Esta reflexión y tanta fe les dieron para reírse un rato juntos. Aquella noche, el resultado favorable (el Centenariazo) eclipsó cualquier otro discurso.
No veo a Juan Bautista, un tipo tan austero, a gusto en un estadio de fútbol. Pero seguro que disfrutaría con sencillos mensajeros de paz y alegría como Mario, Fernando, el profe, el del Atleti, etc. El final de un partido, lo desconocemos. El final del Adviento, está clarísimo. En ambos casos, también importa el camino que allí nos conduzca. Supongo que la felicidad sólo llega después de allanar, abajar, enderezar… Concluyendo: la violencia no se concibe como respuesta al regalo de la Encarnación.
HINCHADAS RIVALES
“La vaca y la osa pacerán, juntas se acostarán sus crías (Is 11, 7)
Mario y Fernando eran muy forofos del Dépor (“non despreciando” a los del Celta, que este año va mucho mejor en la Liga). Su profesor de Sociales les había prometido ir a ver un buen partido si aprobaban todo con un digno comportamiento. Lo consiguieron. Como en un gran Adviento, ansiaban que llegase ese día cumbre.
El Real Madrid celebraba su 100 aniversario y había llegado a la final de la Copa del Rey, que se jugaba en su Bernabeu. Rival: el Deportivo. Mario, Fernando y su profe accedieron a sus localidades en aquel estadio imponente, abarrotado. De repente, una bufanda rojiblanca asomaba en el abrigo del vecino de al lado.
“¿Y tú, meuhome?”, le preguntó Fer, dando por hecho que el dialecto de Noia se hablaba en todo el mundo. “Soy del Atleti, no te preocupes. He venido a ver cómo pierde el Madrid…” Esta reflexión y tanta fe les dieron para reírse un rato juntos. Aquella noche, el resultado favorable (el Centenariazo) eclipsó cualquier otro discurso.
No veo a Juan Bautista, un tipo tan austero, a gusto en un estadio de fútbol. Pero seguro que disfrutaría con sencillos mensajeros de paz y alegría como Mario, Fernando, el profe, el del Atleti, etc. El final de un partido, lo desconocemos. El final del Adviento, está clarísimo. En ambos casos, también importa el camino que allí nos conduzca. Supongo que la felicidad sólo llega después de allanar, abajar, enderezar… Concluyendo: la violencia no se concibe como respuesta al regalo de la Encarnación.