El arzobispo de Santiago de Compostela, monseñor Julián Barrio, predicó este jueves un retiro de Adviento en la Capilla del Santísimo de la catedral compostelana. En sus reflexiones, monseñor Barrio aseguró que el “Señor siempre tiene designios de misericordia y de bondad para con los hombres” e invitó a cada uno de los presentes a preguntarse sobre “cuál es nuestra actitud para con Dios”. El arzobispo compostelano aseguró que el tiempo de Adviento es memoria de la venida histórica del Señor, pero también una ocasión para celebrar la venida del Señor día a día “en la Eucaristía y en los sacramentos, así como en el signo de los hermanos, especialmente los más necesitados”.

 En su meditación, monseñor Barrio dijo que los cristianos han de estar “atentos y vigilantes en la esperanza” y que hay que vivir la vida “desde la perspectiva de la eternidad”, desde la perspectiva de “la venida última y definitiva de Jesús para cada uno de nosotros”. “Toda nuestra vida”, afirmó el arzobispo, “es Adviento” y este tiempo “debemos vivirlo en una actitud profundamente agradecida”, interrogándonos todos “sobre cuál es la presencia de Dios en nuestras vidas”.

Reflexionando sobre los Prefacios de Adviento que la Liturgia propone para este tiempo, monseñor Barrio comentó que “Dios siempre toma la iniciativa de acercarse al hombre”, a pesar de que el ser humano “como hicieron Adán y Eva, se esconde de Dios”.

“La vida”, explicó, “es como un campamento, porque nuestra casa aquí no es definitiva”. El arzobispo aseguró que “Dios se nos acerca en cada hombre y en cada acontecimiento” y recordó que vivimos “tiempos difíciles” para los que se exige “confianza y fortaleza”, así como una “caridad efectiva y generosa” hacia los más desfavorecidos.

Monseñor Barrio pidió a los presentes en el Retiro de Adviento “no olvidar la oración”, presentando al Señor “nuestra alabanza” y “nuestra pobreza, que no es una opción, sino una gracia”. Y pidió, además, vivir en coherencia con lo “que proclamamos”, siendo conscientes de que vivir el Evangelio “es arriesgado y peligroso” y que “por ello, a veces, se corre el riesgo de ignorarlo”.

El arzobispo finalizó su meditación invocando la protección de María, la Madre de Dios, que con su “sí” hizo posible la Encarnación del Hijo.
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