
Monseñor Barrio comentó, también, que “no permitamos que el activismo
atrofie nuestra alma: Ser sacerdote es ser amigo del Señor que nos
compromete cada mañana con toda su novedad, pasando por momentos duros
como Él: “Mi alma está triste hasta la muerte”. En nuestro desaliento es
momento de orar con más intensidad y en adoración silenciosa. “Velad y
orad para no caer en tentación, pues el espíritu está pronto pero la
carne es débil”. Toda actividad pastoral pierde eficacia si no brota de
una profunda e íntima comunión con Cristo”, señaló.
“Ninguén”, añadió el arzobispo compostelano, “está tan preto do seu
Señor como quen lle serve. Neste sentido, “servir” significa
proximidade, require familiaridade e conleva obediencia. Neste espírito
renovamos as promesas sacerdotais coma expresión da nosa vontade de
percorrer o camiño da santidade”.
Como se sabe, la Misa Crismal es una ceremonia litúrgica en la que se
consagran el Santo Crisma y los Santos Óleos. Con el Santo Crisma
consagrado por el Obispo en esta Eucaristía se ungen los recién
bautizados, se hace la unción a los que se confirman y se ungen las
manos de los presbíteros en su ordenación sacerdotal, la cabeza de los
Obispos en su ordenación episcopal y las iglesias y los altares en su
dedicación. Por su parte, con el Óleo de los catecúmenos, éstos se
preparan y disponen al Bautismo, mientras que con el Óleo de los
enfermos, éstos reciben el alivio en su debilidad. La palabra crisma
proviene de latín “chrisma”, que significa unción.
Archicompostela