
Lamentamos que el espectáculo montado haya contribuido a herir la sensibilidad humana y religiosa de muchas personas que viven en Santiago y de peregrinos que se encuentran en estos días entre nosotros.
Es evidente que la libertad de expresión, en sus diversos aspectos, debe respetar determinadas normas y espacios para un diálogo fructífero entre arte y cultura, sensibilidad religiosa y sentido del pudor que animan a numerosas personas conscientes de lo que es y significa la dimensión espiritual de esta Ciudad en la que día a día comprobamos cómo son numerosos los peregrinos que llegan para venerar la tumba del Apóstol Santiago. En la programación de este espectáculo ha quedado patente que esta reflexión no se ha hecho.
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