D. Julián destaca el "Testimonio profético" de los consagrados y su "presencia en las periferias existenciales de la pobreza"
"Los consagrados recogen el testigo que les dejaron sus Fundadores y quieren despertar al mundo con su testimonio profético y su presencia en las periferias existenciales de la pobreza y del pensamiento como dijo el papa Francisco a los Superiores Mayores”. Así explica nuestro arzobispo, monseñor Julián Barrio, el papel de los religiosos y religiosas a pocos días de iniciarse el Año de la Vida Consagrada. En su Carta Pastoral, monseñor Barrio indica que “encuentros y estudios sobre la Vida Consagrada nos ayudarán a conocer mejor la espiritualidad y la misión de la misma en el contexto de la Iglesia y de la sociedad, pero sobre todo este año ha de ser una ocasión providencial para manifestar nuestra cercanía y nuestro cariño a los miembros de la Vida Consagrada, y acompañarles sobre todo con nuestra oración".
El Año de la Vida Consagrada
Queridos diocesanos:
Queridos diocesanos:
Este 29 de noviembre, víspera del primer Domingo de Adviento comienza el Año de la Vida Consagrada cuya clausura tendrá lugar el 2 de febrero de 2016. El Papa convocaba esta celebración eclesial teniendo presente el contexto de los 50 años del Concilio Vaticano II y, en particular de los 50 años de la publicación del decreto conciliar “Perfectae caritatis” sobre la renovación de la vida consagrada. Reconocía así que este período ha sido un tiempo de gracia, en cuanto marcado por la presencia del Espíritu Santo que nos lleva a vivir también las debilidades e infidelidades como experiencia de la misericordia y del amor de Dios. Este año ha de ser una ocasión para recordar “con memoria agradecida” este pasado reciente.
Unido a este objetivo está el de “abrazar el futuro con esperanza”, cuando la Vida Consagrada se ve afectada también por la crisis que atraviesa la sociedad y la misma Iglesia. Una crisis que ha de ser considerada como ocasión favorable para el crecimiento en profundidad y para la esperanza, motivada por la certeza de que la Vida Consagrada no podrá desaparecer nunca de la Iglesia ya que “fue querida por el mismo Jesús como parte irremovible de su Iglesia”. No nos pasa desapercibido que generaría confusión si la consagración se seculariza, si la comunión se individualiza y si la misión pierde su identidad.
Este convencimiento ha de llevar a la Vida Consagrada a “vivir el presente con pasión”, empeñándose en el compromiso de la evangelización, dando testimonio de la belleza del seguimiento de Cristo en las múltiples formas de la vida de los consagrados, siguiendo los criterios del Evangelio y el carisma suscitado en el Fundador o la Fundadora, y adaptando la normativa bajo la guía del Espíritu y de la compañía de la Iglesia. Este sería otro de los objetivos. Los consagrados recogen el testigo que les dejaron sus Fundadores y quieren despertar al mundo con su testimonio profético y su presencia en las periferias existenciales de la pobreza y del pensamiento como dijo el papa Francisco a los Superiores Mayores. Encuentros y estudios sobre la Vida Consagrada nos ayudarán a conocer mejor la espiritualidad y la misión de la misma en el contexto de la Iglesia y de la sociedad, pero sobre todo este año ha de ser una ocasión providencial para manifestar nuestra cercanía y nuestro cariño a los miembros de la Vida Consagrada, y acompañarles sobre todo con nuestra oración. Es necesario querer a los consagrados por lo que Dios hace y dice a través de ellos. Ayudaremos de esta forma a la renovación de la Vida Consagrada, viéndola como evangelio en la historia humana. Su presencia y pertenencia a nuestra Iglesia diocesana es un don de Dios, que hemos de agradecer. ¡Feliz Año de la Vida Consagrada!
Os saluda con afecto y bendice en el Señor,
+ Julián Barrio Barrio,
Arzobispo de Santiago de Compostela.