El Papa Francisco ha celebrado este domingo por la mañana la misa de la solemnidad de Pentecostés en la Plaza de San Pedro recordando cómo el Espíritu Santo transformó a los apóstoles:
"poseídos por la incertidumbre pensaban que habían llegado al final,
fueron transformados por una alegría que los hizo renacer”.
Esa alegría profunda contrasta con lo que ofrece el mundo ajetreado: buscamos la solución rápida: “una pastilla detrás de otra para seguir adelante, una emoción detrás de otra para sentirse vivos”.
El Espíritu no es, como podría parecer, “algo abstracto” sino “la persona más concreta y más cercana que nos cambia la vida”.
A los apóstoles el Espíritu no les facilitó la vida, a muchos no les
realizó milagros espectaculares, pero les trajo la armonía que les
faltaba, “porque Él es armonía”, predicó el Pontífice.
“No sirve de nada saber que el Resucitado está vivo si no vivimos
como resucitados”, dijo. Es el Espíritu el que hace “que Jesús viva y
renazca en nosotros” y el que “nos resucita por dentro”.
La paz no consiste en solucionar los problemas externos sino en recibir el Espíritu Santo, dijo el Papa.
“Cuántas veces nos quedamos en la superficie y en lugar de buscar el Espíritu tratamos de mantenernos a flote, pensando que todo irá mejor si se acaba ese problema, si ya no veo a esa persona, si se mejora esa situación”
ha dicho el Papa, advirtiendo que esta actitud no nos dará
tranquilidad, pues “una vez que termina un problema, vendrá otro y la
inquietud volverá”. En cambio, sí la encontraremos en la paz de Jesús y
la armonía del Espíritu.
El sucesor de Pedro también ha hablado de la actual forma de vida, en
la que vivimos sometidos a prisas y en la que parece que la armonía
está marginada. “Vivimos en un continuo nerviosismo que nos hace reaccionar mal a todo” dice el Papa y además, buscamos la solución rápida: “una pastilla detrás de otra para seguir adelante, una emoción detrás de otra para sentirse vivos”.
Pero lo que necesitamos – puntualiza – “es el Espíritu”: “es Él quien
pone orden en el frenesí. Él es la paz en la inquietud, la confianza en
el desánimo, la alegría en la tristeza, la juventud en la vejez, el
valor en la prueba”. Y es gracias a Él – ha señalado – que Jesús no es
un personaje del pasado sino “una persona viva hoy”.
"Los que viven 100 años... y los que no pueden nacer"
Por otro lado, el Papa ha hablado de las “desarmonías” actuales, afirmando que se han convertido en verdaderas divisiones: “están los que tienen demasiado y los que no tienen nada, los que buscan vivir cien años y los que no pueden nacer”
y en esta era de la tecnología – puntualiza – estamos distanciados:
“más “social” pero menos sociales”. Frente a esto, el Papa explica que
necesitamos “el Espíritu de unidad”, que nos regenere como Iglesia, como
Pueblo de Dios y como humanidad fraterna: “El Espíritu Santo reúne a
los distantes, une a los alejados, trae de vuelta a los dispersos.
Mezcla diferentes tonos en una sola armonía, porque ve sobre todo lo
bueno, mira al hombre antes que sus errores, a las personas antes que
sus acciones”.
El Papa insta a ser hombres espirituales: devolver bien por mal
Al final de su homilía, el Santo Padre denuncia la actual moda de
“adjetivar e insultar” – “después nos damos cuenta de que hace daño”
dice el Papa – y explica que devolviendo mal por mal y pasando de
víctimas a verdugos, “no se vive bien”. De ahí de exhortación final a ser “hombres espirituales que devuelven bien por mal
y responden a la arrogancia con mansedumbre, a la malicia con bondad,
al ruido con el silencio, a las murmuraciones con la oración, al
derrotismo con la sonrisa”. Pero para ser espirituales y gustar la
armonía del Espíritu – concluye – “debemos poner su mirada por encima de
la nuestra”.
Saludos y menciones: por la paz en Sudán
Desde la Plaza de San Pedro en el Vaticano, el Papa Francisco ha
hecho un llamamiento por la paz en Sudán, desde donde en los últimos
días nos han llegado noticias que “despiertan dolor y preocupación”.
“Oremos por este pueblo – ha pedido Francisco – para que cese la
violencia y se busque el bien común en el diálogo”.
Momento en el que también ha recordado la beatificación que tuvo lugar este sábado en Cracovia del beato del siglo XV Michal Giedrojc (lo explicamos aquí en ReL);
y que el Papa ha destacado por ser “un acontecimiento que ha visto
juntos a Obispos de Polonia y Lituania” y que anima a polacos y lituanos
“a estrechar lazos en el signo de fe” y veneración al Beato Michal, “un
modelo de humildad y caridad evangélica” ha puntualizado.
Por último, ha dirigido su saludo a los peregrinos presentes en la
Plaza de San Pedro, animándoles a “abrirse con docilidad a la acción del
Espíritu Santo, ofreciendo al mundo, en la variedad de los carismas, la
imagen de una fraternidad en comunión”.
Misa de la mañana de Pentecostés 2019 con el Papa Francisco
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