
El purpurado recuerda que “es verdad comúnmente admitida que
compete a la familia, a los padres, el derecho y el deber originario de
educar a la persona humana, a los hijos, en cuanto personas que son”.
Por ello, afirma claramente que “sólo los sistemas dictatoriales, las dictaduras, afirman que este derecho-deber le corresponde al Estado porque los hijos no son de los padres, no pertenecen a los padres, sino al Estado”.
La familia, "escuela de la sociedad"
De este modo, el cardenal Cañizares señala en su carta que la familia está al servicio de la vida. “Este servicio a la vida por parte de la familia no acaba, como es obvio, en la mera transmisión de la vida,
sino que se prolonga en esa ‘procreación’ incesante que es la ayuda
permanente y eficaz de los padres al nuevo ser humano a vivir una vida
verdadera y auténticamente humana por medio de la educación”.
El arzobispo valenciano también cita la Declaración sobre la
educación del Concilio Vaticano II que decía: “puesto que los padres han
dado la vida a los hijos, tienen la gravísima obligación de educar a la
prole, y por tanto hay que reconocerlos como los primeros y principales
educadores de sus hijos (y primeros y principales responsables de su
educación). Este deber de la educación familiar es de tanta trascendencia que, cuando falta, difícilmente puede suplirse”.
Por ello, Cañizares insiste en que “la familia es la gran escuela de la sociedad” y “no puede ser suplantada por nada ni por nadie”.
“¿Se quiere volver al pasado y resucitar una nueva dictadura? Porque
el artículo 27 de la Constitución, clave y quicio de la Ley Fundamental
de nuestra Nación, reconoce y garantiza este deber y derecho de los
padres. ¿Se pretende que sea como Cuba, o China, o lo que fue la
Unión Soviética donde los hijos eran del Estado y no pertenecían a los
padres? Es tan evidente que pertenecen a los padres, que no
deberíamos emplear ni un minuto en discutirlo. En el paradigma en que se
sitúa la Sra. Ministra, ¿dónde queda la libertad de enseñanza, la
libertad religiosa y moral y qué espacio queda para lo que no sea el
pensamiento único y dominante? ¿Así se piensa progresar? Esto es un
retroceso muy grande. Lo siento. Debe aclararse el Gobierno y no falsear
ni engañar, porque va contra el bien común, objetivo ineludible que
debería buscarse”, concluye el cardenal.
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