
Son sobre todo personas sin hogar, a las que a veces ha costado convencer para que pasen aquí el confinamiento, pero saben que estarán mejor alojadas, y con más intimidad y libertad, que en otros alojamientos más incómodos como puedan ser pabellones comerciales o polideportivos.
Muchos obispos han ofrecido sus seminarios vacíos a las autoridades
sanitarias, pero pocos se han usado para alojar enfermos de coronavirus o
para despejar de otros enfernos los hospitales. En cambio, muchos
ayuntamientos y autoridades regionales han preferido pedir a la Iglesia
que los usen para las personas sin techo, que, además, muchas veces ya tenían trato de confianza con las asociaciones cristianas locales,
con Cáritas o, simplemente, prefieren acogerse bajo el paraguas de la
Iglesia que tratar con las autoridades civiles, de las que temen
complicaciones legales, a menudo por temas de extranjería.
Valladolid: los sin techo más reacios y complicados
Según explica un reportaje de Jesús Bombín en El Norte de Castilla, en el Seminario de Valladolid se han alojado 16 personas sin hogar que vienen de situaciones especialmente complicadas de adicción y vida desestructurada. Un voluntario dice que son "los últimos de los últimos".
Mientras un albergue municipal alojaba a otros 60 indigentes, el
Seminario es desde hace ya semanas hogar para estos casos especialmente
difíciles, los que al principio más se negaban a salir de la calle.
Allí son atendidos en tres turnos por una docena de trabajadores de la entidad caritativa y por una decena de sus voluntarios, además de tres seminaristas, el director y el rector de la institución diocesana, situada junto a la ribera del Pisuerga, en el barrio de la Rondilla.
«El vínculo de un trabajo más personal con ellos desde el
cariño ha sido decisivo para que accedieran a venir aquí», defiende
Alberto Diez, de 44 años, que lleva 8 años trabajando con personas sin
hogar y antes estuvo seis años de misionero en la selva ecuatoriana.
Vigo: para personas sin hogar infectadas de coronavirus
Según explica El Faro de Vigo,
el obispado de Tui-Vigo y el Concello municipal han sumado fuerzas para
alojar en el seminario a infectados de coronavirus que no requieren
hospitalización y no tienen domicilio. El alcalde, Abel Caballero,
precisó que el seminario se cede completamente gratis y agradeció "infinito" al obispo, Luis Quinteiro Fiuza, su "prontitud" y "actitud" para dar luz verde a esta operación. "Su respuesta fue inmediata.
Me dijo que estaba completamente vacío y que el Concello podía contar
con él. Quedó acordado en la misma llamada en la que se lo pedí",
argumentó. El inmueble dispone de 32 habitaciones individuales con baño privado
repartidas en dos alas. Tras completar los trabajos de desinfección, se
dotarán de colchones, fundas, sábanas y demás material. Los infectados serán trasladados en ambulancia desde el hospital hasta el Seminario Mayor, donde se someterán a supervisión médica y recibirán el tratamiento necesario para despedirse del coronavirus.
Santiago de Compostela: el seminario menor y la atención de Cáritas
Cáritas Diocesana de Santiago de Compostela ha reconvertido el
Seminario Menor de Belvis en un alojamiento para personas sin hogar
mientras dure la crisis del coronavirus. Personal del Centro Vieiro (un
centro de día de Cáritas) coordina la acogida: son una psicóloga, dos
educadoras sociales, un psicopedagogo y una pedagoga. El reto en estos
casos es organizar la convivencia de gente muy acostumbrada a vivir "a su aire".
Cáritas facilitará a los inquilinos ropa de todo tipo para utilizar
durante el tiempo de confinamiento. El Seminario Menor de Belvis alberga
hasta el momento a trece personas suyos controles sanitarios realiza la
Unidad Municipal de Atención a Drogodependencias (UMAD). Las personas
residentes disponen de habitaciones, un patio interior, salas de
televisión y un comedor. Por su parte el Centro Vieiro de Cáritas
Diocesana de Santiago sigue abierto para atender las emergencias de las
personas que acudan a sus dependencias.
Más de 40 alojados en el Seminario de Burgos
El Seminario de Burgos es muy grande y aloja 43 residentes sin hogar, de los que 6 acaban de llegar y están en cuarentena preventiva, explica el Diario de Burgos.
Con habitaciones individuales con baño y amplios espacios comunes, para
muchos es una mejoría importante respecto a lo que acostumbraban. El
arzobispado se ha coordinado con la concejalía de Asuntos Sociales para
ello.
Nuevos inquilinos en situación vulnerable llegan al Seminario de
Burgos, temporalmente convertido en albergue para personas sin hogar
"Las cinco y media de la tarde, para unos es la hora del cigarrillo;
para otros, el momento de arreglarse el pelo; alguno se decanta por
abrir el periódico mientras suena el televisor de lejos; otros preparan
las cartas y aguardan la llegada de los compañeros de partida; los hay
que se sientan en la improvisada sala de cine acondicionada en una de
las estancias; y algunas voces se escuchan detrás de los dormitorios. Si
no fuera porque a todos la infancia les queda muy, pero que muy, atrás, parecería la hora de tiempo libre en unas colonias de verano", describe el periódico burgalés.
"Intentamos que estén en las habitaciones para que haya el menos
contacto posible, pero también procuramos que estén activos. Hemos
creado grupos de trabajo para que se sientan partícipes del
funcionamiento y vamos a organizar actividades (videoconferencias, sesiones de cine, musicoterapia...) para que no estén ociosos",
explica el educador social David Alonso, miembro del equipo de 18
trabajadores. Al personal habitual del seminario se le han sumado
trabajadores de Cáritas. Los trabajadores y monitores hacen turnos las
24 horas, todos los días.
"Las personas sin hogar están acostumbradas a la calle, con muchos hay que hacer esa pedagogía de hacerles ver que no pueden salir,
que aquí tienen sus necesidades cubiertas y deben mantenerse aquí lo
máximo posible, por su propia seguridad y la del resto de personas que
están con ellos", explica David Alonso.
Sólo hay seis mujeres alojadas en este seminario. Había una más hace poco: una joven marroquí que se puso de parto y dio a luz a la bebé Sabrine en el mismo seminario... ¡el primer y único nacimiento en el seminario que se conozca!
El Seminario Menor de Palencia: el obispado y el ayuntamiento colaboran
El alcalde de Palencia, Mario Simón, agradeció ya en marzo la rápida
respuesta del obispado a la petición de alojamientos para personas sin
techo. Al ofrecer el Seminario Menor, la diócesis sumaba este centro al
que ya mantenía como Centro de Acogida Nuestra Señora del Otero.
«Intentamos que estos usuarios colaboren en algunas actividades del albergue como hacerse la cama o recoger la comida. Así sienten que están en su casa y que el espacio que ocupan es suyo», explicaba la directora de Cáritas Palencia, Gloria Alonso, en El Norte de Castilla.
Una persona de Cáritas coordina el centro, con 7 trabajadores para la
logística y limpieza (tres con jornada completa y cuatro con parcial). «Hemos pedido al Ayuntamiento que patrulle por allí de vez en cuando», reconoció Alonso. «Este sitio está muy aislado y solo. Simplemente por seguridad para la persona que está allí trabajando, sobre todo por la noche», agregó.
Mover a la gente de un albergue a otro, dice Gloria Alonso, no suele
ser buena idea: es importante aprovechar que los inquilinos ya se hayan
adaptado a un ritmo, lugar y horario.
El antiguo Seminario de San José de Godella, para inmigrantes
En Godella (Valencia) 36 inmigrantes que vivían en la calle se alojan
en n las instalaciones de lo que fue el antiguo Seminario de San José
de Godella, bajo el paraguas de la Fundación Amigó, vinculada a los
religiosos amigonianos. Colaboran en ello el ayuntamiento y el Centro de
Atención a Inmigrantes, con Rafael Yagüe, religioso amigoniano y
director territorial de la fundación.
La Fundación repartía desayunos a personas sin hogar, pero un día, al empezar la crisis del coronavirus, «llegamos a repartir 170 desayunos».
Se constataba la necesidad de alojar a la gente más vulnerable. El
albergue habitualmente se utilizaba para campamentos. Ahora acoge 36
personas sin hogar.
Se les ofrece comida, techo, ropa, lavandería, así como actividades
deportivas, de aprendizaje del idioma e incluso servicio médico que
presta una doctora que actúa de manera altruista. «Los amigonianos nos prestaron también parte de las instalaciones de su colegio, como el salón de actos y las canchas deportivas», recalca Yagüe en el diario Las Provincias.
Los albaneses que no iban con nadie, ahora en un santuario
Treinta personas de origen albanés se hacinaban cerca del ferrocarril
de Nueva Montaña (Santander), en un edificio a medio construir, sin
agua ni saneamientos. A raíz de la crisis del coronavirus, se van a
alojar en un edificio diocesano, la residencia del hermoso Santuario de
Nuestra Señora del Soto, en Iruz (Santiurde de Toranzo).
Según el digital El Faradio,
el obispado ofreció sus instalaciones al gobierno cántabro, en conexión
con ONGs y colectivos como Nueva Vida o Ampros. Estos albaneses se
habían mostrado muy reacios a las alternativas que les ofrecía el
gobierno regional, en parte por miedo a estar localizados por las
instituciones. La asociación de cristianos evangélicos Nueva Vida,
que ya gestiona el Albergue de Solórzano para personas sin hogar, fue
importante para convencer a los albaneses y para facilitar su acogida.
Los que se saltan el confinamiento
Entre las personas sin hogar, las hay que siguen enganchados al
alcohol y la droga y se niegan a adaptarse a los albergues y
alojamientos que se ofrecen Es el caso de un hombre en Santiago de
Compostela condenado a dos meses de cárcel por incumplir de manera
reiterada la orden de confinamiento por coronavirus. También provocaba
altercados en la compostelana plaza de O Toural. Este sujeto, como él
mismo admitió ante el juez y el fiscal, se negó siempre a cobijarse en los alojamientos del Seminario Menor de Belvís.
Los agentes policiales lo interceptaron hasta en cinco ocasiones
deambulando por el casco histórico de la capital gallega y también
consumiendo alcohol y drogas.
ReligiónenLibertad