
El arzobispo firma los documentos aprobados por el Sínodo Diocesano que se convierten en normativa para la Archidiócesis
El arzobispo de Santiago, monseñor Julián Barrio, clausuró hoy
formalmente los trabajos del Sínodo Diocesano, con la firma de los
documentos aprobados en las asambleas que se desarrollaron entre octubre
y enero pasados. Con la rúbrica de monseñor Barrio las conclusiones del
Sínodo pasan a ser normativa diocesana. Este gesto, desarrollado en el
curso de la Eucaristía que el arzobispo presidió en la catedral
compostelana, pone término a unos trabajos iniciados hace algo más de
cuatro años. En su homilía, monseñor Barrio reclamó que tras el Sínodo
“nosa fe non sexa abstracta nin desencarnada”. Y agradeció el esfuerzo
de cuantos han colaborado en estos años en el Sínodo, “cun agradecemento
especial ao Secretario”. También indicó que “no podemos quedar
atrapados en la jaula de nuestros conceptos y añoranzas. Transformar el
documento sinodal en acontecimiento providencial es lo que la Iglesia
nos pide para que Cristo resucitado sea el protagonista de esa historia
que está por llegar”. El arzobispo aseguró que pedía “ao Señor que
acenda a caridade nos nosos corazóns co seu Espírito para avivar a
doutrina e as propostas sinodais a fin de que a verdade na Igrexa e no
mundo poida renovar o pensamento, os costumes, a forza moral e a alegría
da nosa diocese”.
Una solemne Eucaristía celebrada hoy en la Catedral compostelana
puso fin a los trabajos del Sínodo Diocesano, un acontecimiento que ha
sido prioritario para la Iglesia en Santiago desde que en octubre de
2012 lo convocase el arzobispo, monseñor Barrio. Los cinco documentos
aprobados por las asambleas sinodales son: La renovación
pastoral; Transmisión de la fe e iniciación cristiana; La Iglesia como
comunión; La celebración de la fe: fuente y cumbre de la existencia
cristiana; e Iglesia y sociedad.
En un Comunicado Final que se dio a conocer al finalizar las sesiones
de trabajo de las asambleas, los sinodales recordaban que en las
propuestas formuladas por las parroquias y otras comunidades, se habla
de una Iglesia:
- menos clerical y más corresponsable, abierta a la voz y la participación de todos sus miembros;
- menos centrada en sí misma y sus problemas, para estar más abierta al mundo y a su misión;
- menos preocupada de su honor y más volcada en honrar al Señor que sale a su encuentro en los más necesitados;
- que antes de ser maestra, sepa ser discípula, en el seguimiento de la palabra y el ejemplo de Jesús;
- que antes de ofrecer respuestas sepa escuchar las preguntas que el mundo le dirige.
Los cinco documentos aprobados buscan: organizar la atención pastoral
de forma más adecuada a los cambios demográficos, promoviendo unidades
pastorales que agrupen varias parroquias; mejorar nuestro modo de vivir y
transmitir la fe; promover un mayor sentido de corresponsabilidad entre
todos los miembros de nuestra Iglesia, en lo pastoral, lo
administrativo y lo económico; revisar nuestras celebraciones, para que
sean cada vez más una celebración viva de una fe comprometida; e
impulsar una mayor conciencia social en nuestra diócesis en distintos
ámbitos: cultural, educativo, político, económico, comunicativo, con
una especial atención a las personas social y económicamente más
débiles.