“El primer campo de misión es tu propio corazón.
No será obvio e inmediato, y aunque lo sea, el fruto del trabajo no
será fulminante. Es muy probable que lleve mucho tiempo y sea muy
difícil, por tanto, lo primero a cultivar es esa vida interior”, afirma
el sacerdote Mike Schmitz, un sacerdote con una potente historia de
conversión personal y que ahora trabaja en cuerpo y alma acompañando a
jóvenes.
La web Portaluz ha
presentado la siguiente entrevista a raíz del encuentro anual de jóvenes
universitarios católicos que se reúnen regularmente en Phoenix,
Arizona, organizado por FOCUS (Asociación de Estudiantes Universitarios
Católicos de Estados Unidos), y que tuvo como lema este año “You Were Made for Mission”
(Tú has sido hecho para la Misión). El encuentro celebrado en esta
ocasión entre el 1 y el 3 de enero de este año, reunió a 9 mil
universitarios venidos de todo Estados Unidos y, ante ellos, el P. Mike
les habló de la importancia de recuperar el sentido del “ser discípulos”
de Cristo.
Este encuentro es una amalgama de profunda oración, charlas
inspiradoras, adoración eucarística, misas, momentos de discernimiento
en solitario y otros de compartir fraterno.
- Últimamente se habla mucho en la Iglesia sobre
el “ser discípulo”, ¿qué podemos hacer, en esta vida, para crecer en
unión con Dios más allá de un sí inicial?
- Hace un par de años estaba caminando con un estudiante de
ingeniería en el campus y me preguntó: “¿Cómo crees que va el año hasta
ahora?” Y yo le respondí: “Muy bien”. Preguntó: “¿Cómo mides eso?” Y le
expliqué que mi indicador es el grado en el que los estudiantes
comienzan a tomar responsabilidad personal por sus vidas espirituales.
No sólo vienen a la misa o al estudio de la Biblia, sino que se dedican a
la oración personal. Una vez que han aprendido a orar, no hay virtualmente nada que pueda surgir en sus vidas que los pueda alejar del Señor.
» Si alguien elige orar, decir ‘sí’ a la gracia de Dios, a la
invitación de unirse con Él, entonces no tiene de qué preocuparse.
Estarán bien, aunque asistan a una parroquia estéril en su ofrenda o sin
una comunidad de jóvenes adultos. No significa que puedan prescindir de
la comunidad, sino que pueden soportar cualquier cosa.
» Una de las cosas que FOCUS nos recuerda una y otra vez es la unión del discípulo, en la intimidad, con Dios. La intimidad con Dios es la llamada suprema en el seguimiento de Cristo.
- Uno de mis amigos tiene un dicho: “A los católicos no se les
enseña a rezar. Se les enseña a repetir”. Aunque es una buena manera de
empezar, pues después de todo Jesús aprendió con los salmos, no es
suficiente. Incluso a muchos seminaristas no se les enseña a rezar.
El P. Jacques Philippe habla de cómo la oración no puede ser sólo una
técnica. Si es una técnica, entonces habrá gente que será mejor o peor
en ella. La oración es algo más que un método.
» ¿Cómo la enseñamos? En forma similar al camino del discípulo: de
manera relacional. Puedes tener clases y entrenamiento, pero realmente
creo que aprendes cualquier cosa en la vida cristiana solo a través de
la relación. Ya sea un sacerdote de la parroquia, una madre con
experiencia o cualquier persona con un conocimiento profundo.
- San Francisco Javier es el patrón de este
encuentro de FOCUS porque es el patrón de las misiones. Pero hay otra
patrona de las misiones…
- Sí, santa Teresa del Niño Jesús.
- ¡Sí! Al respecto de ella, ¿por qué necesitamos tanto la contemplación como la acción?
- Esto está bien recogido en el libro “El alma del apostolado”, de
Jean-Baptiste Chautard, (O.C.S.O.) Existe algo llamado “herejía de las
buenas obras” donde la acción sin contemplación está “condenada a la
ineficacia”, en última instancia. Cuando tenemos una jornada en la que
deseamos que la gente se encuentre con Cristo, lo que esperamos es nada
menos que un milagro. Debemos prepararnos bien para cada charla o
conferencia ayunando, con oración, rogando al Señor. Es lo que Santa
Teresa plantea: que sin una profundidad en lo íntimo y esa confianza
completa en Jesús y su gracia, serán estériles nuestros anhelos.
- ¿Qué aconsejaría a un joven -o a cualquiera- hoy en día para descubrir dónde está su campo de misión particular?
- En primer lugar, volver a casa y rezar. El primer campo de misión
es tu propio corazón. No será obvio e inmediato, y aunque lo sea, el
fruto del trabajo no será fulminante. Es muy probable que lleve mucho
tiempo y sea muy difícil, por tanto, lo primero a cultivar es esa vida
interior.
» En segundo lugar, aunque no sepan a dónde los va a enviar Dios, sí saben lo que Él quiere que hagan: quiere que profundices en tu relación con Él en la oración, quiere que te conviertas y que vivas una vida de gracia y virtud.
Muchas veces usamos lo que no conocemos para posponer el hacer lo que
sí conocemos. Empieza con lo que sabes, cosas que a menudo son menos
glamorosas o cautivantes, pero que son esenciales.
» Lo que significa que debes empezar donde estás. Todo lo que me
encuentro haciendo ahora es porque respondí a una invitación. Es poco
frecuente que me proponga hacer que algo suceda. Cuando me ordené, el
obispo decidió a dónde debía ir e hice mis deberes en el lugar donde me
habían plantado. Poco a poco empezamos a grabar mis homilías y a partir
de ahí empezaron a pasar cosas. Todo lo demás que ha dado fruto desde entonces se debe a la fidelidad con el terreno exacto en el que el Señor me ha colocado.
» En otras palabras, ¡haga lo que es posible para usted!
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