“También el nombre de Dios es usado para cerrar los corazones”. Así se refirió el Papa Francisco a los atentados de París, durante su visita a la Iglesia luterana de Roma, este domingo 15 de noviembre. El Pontífice habló asimismo de la división entre luteranos y católicos, unidos por el mismo Bautismo: “debemos pedirnos perdón por esto, por el escándalo de la división porque todos, luteranos y católicos – dijo – estamos en esta elección, la elección del servicio como Él nos indicó siendo siervo, el siervo del Señor”.
La gran alegría de la comunidad luterana por el encuentro con el Santo Padre se mezcló al dolor por las víctimas del atentado de París, que resonó punzante en las palabras de acogida del pastor luterano, Jens Martin Kruise: “Toda nuestra compasión – dijo – por las víctimas de los atentados terroristas y sus familiares”. Y el Papa, respondiendo a algunas preguntas de los presentes habló de la ‘cerrazón del corazón’ como causa del egoísmo humano, de la no acogida y también de la violencia. “Los muros – dijo – son un monumento a la exclusión que nos aleja del Señor”.
“Es una cosa fea tener el corazón cerrado. Mi hermano pastor ha nombrado París: corazones cerrados. También el nombre de Dios es usado para cerrar los corazones”.
Respondiendo luego a una luterana casada con un católico y sobre el deseo de participar juntos en la Cena del Señor, el Papa subrayó:
“Si tenemos el mismo Bautismo, debemos caminar juntos. Esto es parte de un diálogo teológico – prosiguió – que debe ser llevado adelante en modo proficuo”.
“¿Qué te gusta del ser Papa?” Preguntó al Pontífice un niño de nueve años:
“Me gusta ser Papa con el estilo del párroco: como servicio. Me siento bien cuando visito a los enfermos, cuando hablo con las personas que están un poco desesperadas, tristes. Hablar con los encarcelados. Cada vez que entro en una cárcel me pregunto a mí mismo: ¿por qué ellos y yo no?
Después de la lectura del Evangelio de Mateo, Francisco se preguntó: “¿Cuáles serán las preguntas que nos hará el Señor” el día del Juicio?
“…Las preguntas son sobre los pobres, porque la pobreza está al centro del Evangelio. Él no considera un privilegio el ser como Dios, pero se ha rebajado, se ha humillado hasta el final, hasta la muerte de Cruz: es la elección del servicio”.
“Existieron tiempos feos entre nosotros. Piensen en las persecuciones. Debemos pedirnos perdón por esto, por el escándalo de la división”.
Pidamos la gracia – concluyó el Obispo de Roma – de una diversidad reconciliada en el Señor, aquel Dios que vino para servir y no para ser servido.
Finalmente, la invitación a los luteranos para que acompañen en comunión ecuménica a los católicos en el Jubileo de la Misericordia, en el “descubrimiento del perdón de Dios y de la belleza del amor por los hermanos”.
AgenciaSIC