
Franco Moscone solo lleva en la diócesis desde el 29 de enero,
y confiesa que hasta su nombramiento sabía poco sobre el ilustre
capuchino: "Hasta hace unos meses, la figura del Padre Pío era para mí
un santo emérito que no me «interesaba» en ningún aspecto: ni espiritual, ni caritativo ni pastoral.
Esto hizo que el nombramiento fuera una gran sorpresa y al mismo tiempo
una carrera contrarreloj para darme cuenta de quién era y qué
significaba el Padre Pío para la Iglesia universal y la diócesis en
particular. Por lo tanto, en este momento me siento como en la «escuela»
del Padre Pío, como uno de sus discípulos que recientemente comenzó a
dar pasos bajo su mirada y al lado de su gran personalidad".
La sintonía entre obispo y escritor/director fue inmediata, ante la identidad de objetivos, y por eso el prelado apoya el impulso mundial que la devoción al Padre Pío está adquiriendo gracias a esta doble iniciativa cinematográfica de Zavala.
Monseñor Moscone ha cambiado desde su nombramiento la perspectiva que tenía sobre el fraile estigmatizado: "Es un protector «poderoso».
Su persona es conocida y representada un poco en todo el mundo, y
también en lugares donde la Iglesia Católica constituye una minoría
extrema. En este sentido, puede considerarse un precursor o «compañero» en los primeros pasos de la evangelización.
En San Giovanni Rotondo, sin embargo, se siente su fuerte presencia y
no solo porque es el lugar de su santuario y guardián de sus reliquias,
sino por la continua y numerosa llegada de creyentes y devotos.
Alrededor del Padre Pío uno siente realmente lo que significa ser
«Pueblo de Dios» y guiado por Dios". El prelado es pues consciente de
que su pequeña diócesis de Manfredonia, Vieste y San Giovanni Rotondo
resulta "particularmente «visible» y expuesta a la Iglesia universal"
por el impacto mundial de la figura del santo.
Moscone vivió un año en España (Caldas de Reis, Pontevedra) como parte de su formación en la congregación a la que pertenece, los padres somascos. Pero, a las preguntas de Zavala, no se compromete a una visita a nuestro país del corazón del Padre Pío, su reliquia más preciada
en cuanto símbolo de la misericordia que administró a través del
sacramento de la Penitencia, al que consagraba horas y horas todos los
días. No quiere "decepcionar las expectativas" porque "hay muchas
solicitudes de «peregrinación» del corazón del Padre Pío en numerosas
partes del mundo y es imposible, así como inapropiado, complacer a
todos".
También comparte los sentimientos que le embargaron la primera vez
que oró ante los restos del santo: "Una sensación inmediata de paz interior.
Siempre me dirijo al Padre Pío y le digo: «Si estoy aquí es por culpa
tuya, ciertamente yo no lo busqué, ¡así que piénsalo y ayúdame!»"
Y añade: "El Padre Pío es la imagen en carne del Crucifijo Resucitado. Con el Padre Pío todos podemos sentirnos viajando acompañados".
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