El Papa Francisco presidió la Misa Crismal de Jueves Santo en la Basílica San Pedro. En esta ceremonia se bendicen los Santos Óleos con los que se administran sacramentos como el Orden Sacerdotal.
El Papa habló sobre el sacerdocio y dijo que, en su ordenación, todos los sacerdotes son ungidos con "el óleo de la alegría”.
FRANCISCO
"La alegría del sacerdote es un bien precioso no sólo para él sino también para todo el pueblo fiel a Dios: ese pueblo fiel en el que es llamado el sacerdote para ser ungido y al que es enviado para ungir”.
Francisco dijo que hay tres rasgos que definen la alegría sacerdotal. El primero es que viene de dentro, desde el momento en que son ordenados y ungidos con el óleo.
El segundo rasgo es que la alegría es incorruptible y se puede renovar. Y el tercero es que es misionera.
FRANCISCO
"La unción es para ungir al santo pueblo fiel de Dios: para bautizar y confirmar, para curar y consagrar, para bendecir, para consolar y evangelizar”.
El Papa dijo que la conexión entre el sacerdote y el rebaño es fundamental. Explicó que en los momentos de apatía o de tristeza, el sacerdote puede encontrar la alegría en las personas. Dijo que es una "alegría custodiada por el rebaño” y por "tres hermanas: la pobreza, la fidelidad y la obediencia”.
Francisco explicó que los sacerdotes son pobres en el sentido material y por eso deben buscar la alegría en Dios y su pueblo. Les pidió que salgan de sí mismos y que vayan con el pueblo de Dios, que da sentido a su misión.
FRANCISCO
"Si no sales de ti mismo el óleo se vuelve rancio y la unción no puede ser fecunda. Salir de sí mismo supone despojo de sí, entraña pobreza”.
El Papa añadió que los sacerdotes deben ser fieles a la "Iglesia viva” formada por sus "hijos espirituales” que son los bautizados, los enfermos a los que sostiene y las personas a las que ayuda.
También subrayó que los sacerdotes deben obediencia a la Iglesia, especialmente obediencia en la misión, con disponibilidad para servir a todos.
FRANCISCO
"Donde el pueblo de Dios tiene un deseo o una necesidad, allí está el sacerdote que sabe oír (ob-audire) y siente un mandato amoroso de Cristo que lo envía a socorrer con misericordia esa necesidad de alentar esos buenos deseos con caridad creativa”.
Por último, el Papa pidió a Cristo que preserve la alegría de los sacerdotes recién ordenados, que confirme la alegría de los sacerdotes con experiencia y que haga brillar la de los sacerdotes ancianos.