«Muchas otras cosas hizo Jesús y creo que, si se relataran una por una, no cabrían en todo el mundo los libros que se escribieran».

No sé a vosotros, pero a veces pienso que me hubiera encantado leer todos esos libros… Sin embargo, como Jesús también nos prometió el Espíritu Santo, que nos recordaría todo lo que dijo y más, y cumplió su promesa… pues mi corazón se llena de alegría y pide cada día más y más Espíritu Santo. Además, tenemos a la Virgen María, memoria viva de Jesús. María, Madre, estamos contigo en el Cenáculo esperando. Intercede por nosotros ante tu Esposo, el Espíritu Santo. Que se derrame con fuerza. Que haga de nosotros verdaderos creyentes, verdaderos discípulos, verdaderos cristianos.

Jesús CabelloEspíritu   https://youtu.be/KAVJlGFUdp0

Nos paramos hoy en el don de fortaleza. Ser fuerte, según Dios, significa ser fieles y perseverantes en la fe, sin dejarse desviar por opiniones o modas; sin caer por la pendiente del egoísmo o la postura más fácil, la que no me complica la vida… La fortaleza es el comportamiento de quien está firme en la obediencia amorosa al Señor y soporta por Él pruebas y desolaciones, sin abandonar la senda estrecha del seguimiento de Jesús. Este don tiene mucha vigencia. Los jóvenes cristianos necesitan este don para ser valientes ante la cultura actual y seguir un camino diferente al de la mayoría.

Este don del Espíritu Santo, el don de fortaleza, hace posible que venzamos la debilidad a la que nos lleva el mundo. Lo que hoy llaman cultura líquida, que es una falta de solidez en la persona. Los padres necesitan pedir este don para educar bien a sus hijos y los abuelos en medio de su soledad y fragilidad. El Espíritu nos hace superar molestias, miedos, complicaciones… y mirar el horizonte con una perspectiva más amplia y generosa. El don de fortaleza no consiste en ser más fuertes y valerosos humanamente, porque a veces eso lleva al orgullo, a la prepotencia, a querer hacer las cosas por uno mismo. Esto no es el don de fortaleza. El don de fortaleza es compañero de la virtud de la fortaleza que, a su vez, va de la mano con las otras virtudes cardinales: prudencia, justicia y templanza.

¿Cómo recibimos este don? Por la acción interior del Espíritu Santo en nosotros. ¡Ven, Espíritu Santo! ¡Reparte tus siete dones! ¡Danos la fortaleza que viene de Ti y que construye el bien!
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