
El párroco, Rick Beuther, calcula que a lo largo de cada fin de semana unas 5.500 personas pasaban por el templo. Ahora explica a la agencia Associated Press que al menos 63 parroquianos han muerto por coronavirus,
y que probablemente sean muchos más. Buena parte de ellos son hispanos,
"de la América ingenua que tiene sangre indígena, que aún reza a
Jesucristo y aún habla en español", escribía el poeta Rubén Darío.
Nueva York: 21.000 fallecidos, afecta más a hispanos
A 12 de mayo, el Estado de Nueva York acumula 337.000 infectados y 21.640 fallecidos. Según el New York Post,
sólo en la ciudad de Nueva York han muerto en dos meses 75 clérigos,
entre sacerdotes católicos, pastores protestantes y rabinos judíos, "de
42 a 96 años". Además, al menos 40 sacerdotes católicos han contraído la enfermedad Covid-19 en estas semanas, según las diócesis de la enorme ciudad.
Y desde hace dos meses, el epicentro del epicentro ha sido Elmhurst.
Datos oficiales de Nueva York difundidos por la BBC muestran que el covid-19 mata a los hispanos según una tasa 1,6 veces mayor que a los blancos. El alcalde, Bill de Blasio, lo relacionó con las desigualdades socioeconómicas.
En declaraciones a la BBC, el médico dominicano Ramón Tallaj,
presidente y fundador de Somos, una red de unos 3.000 proveedores de
salud que trabajan con inmigrantes en Nueva York, sostiene que el gran
fallo de Nueva York fue que no se aisló en un lugar especial a los enfermos cuando fueron detectados, sino que se les envió a sus casas... donde contagiaron a más personas.
"A esa gente nunca se les hizo un aislamiento cuando dieron positivo
al test. Los mandaron para el apartamento de nuevo. Y ahí se está
infectando todo el mundo. Por eso hay tantas muertes", dice Tallaj a BBC
Mundo. "Inmediatamente que vimos lo que estaba pasando en Queens dimos la voz de alarma a las autoridades locales. No se hizo nada", denuncia su organización.
Un tsunami para la parroquia: teléfono y hospitales
El párroco de Saint Bartholomew constata el desastre. "Las últimas 8 ó
10 semanas han sido un verdadero tsunami, un desastre, entre la
enfermedad, la muerte, el desempleo y la mera falta de servicios para
los indocumentados", dice el párroco de Saint Bartholomew.
Las misa con feligresía se han cancelado, pero él se dedica a telefonear a docenas de parroquianos cada día y a coordinarse con los capellanes que visitan a los hospitalizados.
Muchos feligreses viven en pisos diminutos con mucha población
concentrada. Las distancias de seguridad o el aislamiento social son
poco factibles allí. "Cuando alguien tose o estornuda en un apartamento, tiene miedo de que el resto de su grupo le pida irse", dice el párroco.
Agujero económico parroquial
La mayoría de feligreses no eran ricos pero eran muchos. La web de la parroquia es transparente: "en un domingo normal podíamos recoger unos 20.000 dólares por semana; ahora recibimos unos 700 dólares sólo; nuestras facturas siguen ahí, el crédito por el edificio, etc..." La web también avisa: "no tenemos capacidad financiera para ayudar a conseguir comida a cada familia de Elmhurst. Si pudiéramos lo haríamos, pero no podemos. En estos momentos estamos ayudando a nuestros parroquianos registrados y activos".
Con la pandemia, en Saint Bartholomew reparten 1.200 bolsas de comida
cada semana; quedan unas 700 personas en la cola que se quedan sin
ella, explica un voluntario parroquial.
La parroquia ofrece el Rosario en vivo por Facebook cada tarde a las seis y animan a jóvenes a apuntarse como voluntarios para recibir formación en español e inglés para preparar el desconfinamiento, sus medidas de desescalada, distancias, seguridad, etc...
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