
De nuevo desde la Biblioteca del Palacio Apostólico, el Pontífice enseñó que “la oración nos pertenece a todos:
a los hombres de toda religión y, probablemente, también en aquellos
que no profesan ninguna. La oración nace en lo más secreto de nosotros
mismos, en ese lugar interior que, con frecuencia, los autores
espirituales llaman ‘corazón’”.
El Papa y la importancia de la oración
De este modo, el Papa Francisco señaló que “rezar no es para nosotros
algo periférico, no es una facultad secundaria y marginal, sino que es el misterio más íntimo de nosotros mismos. Las emociones rezan, pero no se puede decir que la oración sea solo emoción”.
En su opinión, la inteligencia “reza”, pero el hecho de rezar es solamente un acto de carácter intelectual. “El cuerpo reza, pero se puede hablar con Dios también en la más grave invalidez. Y, por lo tanto, todo el hombre reza si reza su corazón”.

El destierro de toda relación feudal con Dios
En la revelación es donde nace “la oración del cristiano”,
indicó el Papa, que añadió que “el cristianismo es la religión que
celebra continuamente la ‘manifestación’ de Dios, su epifanía. Las
primeras fiestas del año litúrgico son la celebración de este Dios que
no permanece escondido, sino que ofrece su amistad a los hombres”.
“La oración del cristiano entra en relación con el Dios del rostro
piadoso que no quiere inculcar ningún miedo a los hombres. Esta es la
primera característica de la oración cristiana”, agregó Francisco en la
audiencia.
Por otro lado, Francisco afirmó que el cristianismo “desterró del vínculo con Dios toda relación ‘feudal’.
En el patrimonio de nuestra fe no hay expresiones de sometimiento,
esclavitud o vasallaje, más bien palabras como alianza, amistad,
promesa, comunión y cercanía”.
“Dios es el amigo, el aliado, el esposo. En la oración se puede establecer una relación de confidencia con Él”, agregó.
Por último, el Santo Padre prosiguió su catequesis asegurando que “a
Dios le podemos pedir todo, explicar todo, contar todo. No importa si en
la relación con Dios nos sentimos culpables: no somos buenos amigos, no somos hijos agradecidos, no somos esposos fieles. Él nos sigue queriendo”.
Finalizó la audiencia recalcando que “Dios es un aliado fiel: si los hombres dejan de amar, Él, sin embargo, continúa queriéndonos, incluso si ese amor lo lleva al Calvario”.
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