La pandemia de coronavirus que confinó a millones de personas en sus hogares y cerró iglesias ha obligado a las parroquias a reinventarse e innovar para seguir llegando a sus feligreses en estas duras semanas,
y la vía principal fue la online. Y ahora que se está en pleno proceso
de desconfinamiento hay algunas de estas iniciativas que podrían
continuar cuando acabe el encierro, y otras de las que se pueden sacar
interesantes lecciones.
Las misas online han sido las propuestas más conocidas y exitosas,
pero las reflexiones diarias, retiros desde casa y la mayor atención de
las personas aisladas en casa han sido otras que también se han
llevado a cabo en parroquias de distintos países.
En Famille Chretienne proponen siete de ellas que se han llevado a cabo en Francia, pero también en España:
1. Una liturgia 2.0
Con el cierre de las iglesias los cristianos vivieron un momento de
conmoción. Rápidamente surgieron iniciativas en parroquias, diócesis y
movimientos para retransmitir por Youtube, Facebook o Zoom tanto las misas como el Rosario o el oficio divino. Incluso se ha retransmitido online la Adoración Eucarística.
La comunión espiritual ha resurgido ante la imposibilidad de comulgar, y también han cobrado fuerza otras devociones populares y oraciones.
Su éxito inevitablemente dejará huellas en la Iglesia y en la práctica
de los fieles. Aunque gran parte de estas retransmisiones pueden acabar
con el fin del confinamiento sí queda la esencia y el recuerdo del
intenso alimento que los fieles recibieron durante este tiempo.
2. Tiempo libre para rezar
En estas semanas de confinamiento entre los creyentes, pero también entre los que no lo eran, se ha rezado mucho más.
Se han compartido numerosos textos de oración y a través de las redes
sociales también se ha rezado por intenciones concretas, como los
enfermos de coronavirus o los sanitarios.
Tantas oraciones, muchas de ellas transmitidas de boca en boca (o de
móvil en móvil) han mantenido en muchas personas las llamas de la
esperanza a pesar del encierro. ¿Qué quedará de estos esfuerzos una vez
que acabe todo esto? Seguramente, una fe renovada para muchas personas.
3. Una iglesia doméstica
Con los templos cerrados la vida de fe de muchos católicos se ha vivido principalmente en su familia, la iglesia doméstica. Una encuesta en Francia afirmaba que el 62% de los católicos practicantes han rezado más en familia durante el confinamiento.
Muchos han celebrado la Vigilia Pascual en familia leyendo
directamente las lecturas, o han realizado el propio viacrucis en hogar,
por poner sólo un par de ejemplos. ¿Estas iniciativas, nacidas durante
el confinamiento, o que a veces ha sido capaz de arrojar más luz,
perderán su alcance con el desconfinamiento? Todo sugiere, en cualquier caso, que dejarán huellas.
Sobre todo ha mostrado el poder de la familia a la hora de vivir la fe y
el papel que puede tener aun cuando las iglesias ya están abiertas.
Estos han sido los grandes damnificados por el coronavirus y todavía parece lejos el momento en el que se puedan celebrar con normalidad.
Sin embargo, en este tiempo se han tomado algunas decisiones
‘paliativas’ y que en algunos casos han visto multiplicar sus asistentes
gracias al confinamiento.
En estas semanas se han producido con gran éxito vigilias y hasta retiros a distancia. Incluso se han hecho peregrinaciones a distancia,
como la realizada a Tierra Santa por un grupo de estudiantes.
”Originalmente, se suponía que íbamos a Tierra Santa", explica el
padre Grégoire Meunier. “La peregrinación que hicimos fue finalmente
digital e interior: por la mañana, los peregrinos recibían un mensaje
que los llevaba a un video de enseñanza para el día; y por la tarde
teníamos un tiempo de oración juntos en video conferencia. Un paliativo
que ha sido un gran éxito”.
5. Organización y espíritu práctico
Ante esta crisis sin precedentes, las diócesis y las parroquias
brillaron con su ingenio práctico: boletines creados por los párrocos,
Doodle para organizar la entrada sin aglomeraciones en las iglesias
abiertas durante el encierro, creación de páginas de Facebook de
parroquias o números de teléfono gratuitos por parte de las diócesis…
Muchas diócesis han creado líneas de escucha y acompañamiento espiritual
para personas enfermas, solas o que estaban sufriendo. Y esto se podría
mantener pasado el confinamiento, pues la soledad es una de las grandes
enfermedades del tiempo actual. Esto ha demostrado además que la Iglesia no tiene por qué ser una máquina lenta e inmóvil.
La pandemia ha tenido una consecuencia no sólo sanitaria sino también social, con una crisis de enormes dimensiones.
La Iglesia dio una respuesta inmediata desde el principio, tanto desde
las propias parroquias como desde Cáritas y otras organizaciones
católicas de ayuda.
Atención a personas sin hogar, ayuda a personas vulnerables, menús
para familias y personas necesitadas, bolsas de comida y muchas más
iniciativas que no han parado ni en el momento más mortífero del virus.
Pero incluso se han organizado grupos para llamar a personas mayores solas o escribir a los enfermos que estaban ingresados. La creatividad y el amor han ido de la mano en todo este tiempo.
7. Formación virtual
Durante estas semanas de confinamiento se han multiplicado el
contenido online de catequesis y enseñanzas, desde obispos a los propios
sacerdotes o laicos. Y esta formación iba desde temas de profundidad para adultos a comentarios diarios para todos los fieles, o dedicado exclusivamente a niños.
El Padre O'Mahony afirma que por ejemplo sus vídeos “han tenido
cierto éxito: las conferencias en particular han sido bien
transmitidas. Pero nuestra vocación no es convertirnos en un lugar de programación ni ser un centro de formación online”. Otros, por el contrario, ya han decidido que continuarán viéndolo como una forma de llegar a una nueva audiencia.
Para el padre Meunier, “la verdadera lección de todas estas iniciativas es el espíritu de espontaneidad. Si solo una de estas cosas debiera sobrevivir al confinamiento en la Iglesia, ¡debería ser esto!”.
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