
Ese ser tan querido para mí, que me ha dado la vida, que me ha
cuidado siempre, se halla aislado, y el sacerdote, al llegar a su lado,
se lo encontró adormilado. Al no saber cómo identificarse, porque van
todos vestidos como del espacio, levantó la Sagrada Forma y mi padre en
ese momento sonrió. Comulgó, contestó a todas las oraciones y recibió la
unción de enfermos. Antes de irse le dijo al capellán: “Hoy Dios me
hizo el mejor regalo”.
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