Mi padre es una persona mayor, 80 años, ingresado muy grave con
insuficiencia respiratoria por coronavirus y en estos momentos aislado
en una habitación. Mi hermana se puso en contacto con el control para
solicitar la visita del Capellán, en estos momentos tan críticos, porque
papá es una persona creyente. El cura acudió, como no, y con toda la
indumentaria de protección.
Ese ser tan querido para mí, que me ha dado la vida, que me ha
cuidado siempre, se halla aislado, y el sacerdote, al llegar a su lado,
se lo encontró adormilado. Al no saber cómo identificarse, porque van
todos vestidos como del espacio, levantó la Sagrada Forma y mi padre en
ese momento sonrió. Comulgó, contestó a todas las oraciones y recibió la
unción de enfermos. Antes de irse le dijo al capellán: “Hoy Dios me
hizo el mejor regalo”.
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