El Papa Francisco ha predicado este lunes, en la misa matinal en la
Casa Santa Marta, a partir del texto evangélico en que Nicodemo visita a
Jesús a escondidas. Antes, como acostumbra desde que se extendió el
coronavirus por todo el mundo, pidió orar específicamente por una causa,
en este caso por los políticos.
"Oremos hoy por los hombres y mujeres que tienen vocación política:
la política es una alta forma de caridad. Por los partidos políticos de
los distintos países, para que en este momento de pandemia busquen juntos el bien del país y no el bien de su propio partido”, pidió al iniciarse la misa.
En el evangelio del día (Jn 3, 1-8) Jesús habla a Nicodemo del Reino
de Dios, que se construye al ser las personas transformadas por el
Espíritu Santo.
No todos los fariseos eran malos, dice el Papa, y Nicodemo era un fariseo justo que sentía una inquietud y buscaba al Señor. Nicodemo
no sabe cómo dar este salto: nacer del Espíritu, porque el Espíritu es
impredecible. Quien se deja guiar por el Espíritu es una persona dócil y
libre. El cristiano no sólo debe cumplir los mandamientos, sino que
debe dejarse guiar por el Espíritu, donde el Espíritu quiere: debe
dejar que el Espíritu que nos guíe donde no sabemos.
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La homilía del 20 de abril de 2020, en transcripción de VaticanNews
Este hombre, Nicodemo, es un jefe de los judíos, un hombre justo;
sintió la necesidad de ir a Jesús. Fue por la noche, porque tenía que
hacer un poco de equilibrio, porque los que iban a hablar con Jesús no
eran bien vistos. Es un fariseo justo, porque no todos los fariseos son
malos: no, no; también hubo fariseos justos. Este es un fariseo justo.
Sentía inquietud, porque es un hombre que había leído los profetas y
sabía que lo que Jesús estaba haciendo había sido anunciado por los
profetas.
» Sintió la inquietud y fue a hablar con Jesús. "Maestro, sabemos que
viniste de Dios como Maestro": es una confesión, hasta cierto punto.
"Nadie, de hecho, puede llevar a cabo estos signos que Tú llevas a cabo
si Dios no está con Él". Se detiene antes del "por lo tanto". Si digo
esto... entonces... Y Jesús respondió. Respondió misteriosamente, ya que
él, Nicodemo, no lo esperaba. Respondió con esa figura del nacimiento: si uno no nace de lo alto, no puede ver el Reino de Dios.
» Y él, Nicodemo, siente confusión, no entiende y toma ‘ad litteram’
esa respuesta de Jesús: pero ¿cómo puede uno nacer si es un adulto, una
persona mayor? Nacer de lo alto, nacer del Espíritu. Es el salto que
debe dar la confesión de Nicodemo y no sabe cómo hacerlo. Porque el
Espíritu es impredecible. La definición del Espíritu que Jesús da aquí
es interesante: "El viento sopla donde quiere y oyes su voz, pero no
sabes de dónde viene o a dónde va: así es todo el que nace del
Espíritu", es decir, libre. Una persona que se deja llevar de una parte y
de otra parte por el Espíritu Santo: esta es la libertad del Espíritu. Y
quienquiera que haga esto es una persona dócil, y aquí estamos hablando
de la docilidad al Espíritu.
» Ser cristiano no es sólo cumplir los mandamientos: hay que
cumplirlos, eso es cierto; pero si te detienes ahí, no eres un buen
cristiano. Ser un buen cristiano es dejar que el Espíritu entre en ti
y te lleve, te lleve donde quiera. En nuestra vida cristiana muchas
veces nos detenemos como Nicodemo, ante el "por lo tanto", no sabemos
qué paso dar, no sabemos cómo hacerlo o no tenemos la confianza en Dios
para dar este paso y dejar entrar al Espíritu. Nacer de nuevo es dejar
que el Espíritu entre en nosotros y que sea el Espíritu quien me guíe y
no yo, y aquí, libre, con esta libertad del Espíritu que nunca sabrás
dónde acabarás.
» Los apóstoles, que estaban en el Cenáculo, cuando vino el Espíritu
salieron a predicar con ese valor, esa franqueza... no sabían que esto
iba a suceder; y lo hicieron, porque el Espíritu los estaba guiando. El cristiano no debe nunca detenerse sólo en el cumplimiento de los Mandamientos: hay que hacer, pero ir más lejos, hacia este nuevo nacimiento que es el nacimiento en el Espíritu, que le da la libertad del Espíritu.
» Esto es lo que le pasó a esta comunidad cristiana de la primera
Lectura, después de que Juan y Pedro volvieran de ese interrogatorio que
tuvieron con los sacerdotes. Fueron a ver a sus hermanos en esta
comunidad y reportaron lo que los jefes de los sacerdotes y los ancianos
les habían dicho. Y la comunidad, cuando escucharon esto, todos juntos,
se asustaron un poco. ¿Y qué hicieron? Rezaron. No se detuvieron en las
medidas de precaución, "no, hagamos esto ahora, vayamos un poco más
tranquilos...": no.
» Rezar. Dejar que sea el Espíritu quien les diga qué hacer.
Levantaron sus voces a Dios diciendo: "¡Señor!" y rezaron. Esta hermosa
oración de un momento oscuro, de un momento en el que tienen que tomar
decisiones y no saben qué hacer. Quieren nacer del Espíritu, abren sus
corazones al Espíritu: que sea Él quien lo diga...
» Y preguntan: "Señor, Herodes, Poncio Pilato con las naciones y
pueblos de Israel se han aliado contra tu Espíritu Santo y contra
Jesús", cuentan la historia y dicen: "¡Señor, haz algo!". "Y ahora,
Señor, vuelve tus ojos a sus amenazas", las del grupo de sacerdotes, "y
concede a tus siervos que proclamen tu Palabra con toda franqueza" –
piden franqueza, valor, no tener miedo – "extendiendo tu mano para que
se realicen curaciones, señales y maravillas en el nombre de Jesús". "Y
cuando terminaron su oración, el lugar donde estaban reunidos tembló, y
todos fueron llenos del Espíritu Santo y predicaron la Palabra de Dios
con franqueza. Un segundo Pentecostés ocurrió aquí.
» Ante las dificultades, ante una puerta cerrada, que no sabían cómo
avanzar, van al Señor, abren sus corazones y el Espíritu viene y les da
lo que necesitan y salen a predicar, con coraje, y adelante. Esto es
nacer del Espíritu, esto no se detiene en el "por lo tanto", en el "por
lo tanto" de las cosas que siempre he hecho, en el "por lo tanto"
después de los Mandamientos, en el "por lo tanto" después de las
costumbres religiosas: ¡no! Esto es nacer de nuevo.
» ¿Y cómo se prepara uno para nacer de nuevo? A través de la
oración. La oración es lo que abre la puerta al Espíritu y nos da esta
libertad, esta franqueza, este coraje del Espíritu Santo. Que nunca
sabrás dónde te llevará. Pero es el Espíritu. Que el Señor nos ayude a
estar siempre abiertos al Espíritu, porque es Él quien nos llevará
adelante en nuestra vida de servicio al Señor.
Oración para la comunión espiritual
Finalmente, el Papa terminó la celebración con la adoración y la
bendición Eucarística, invitando a todos a realizar la comunión
espiritual:
“A tus pies, oh Jesús mío, me postro y te
ofrezco el arrepentimiento de mi corazón contrito que se abandona en su
nada y en Tu santa presencia. Te adoro en el sacramento de tu amor,
deseo recibirte en la pobre morada que mi corazón te ofrece. En espera
de la felicidad de la comunión sacramental, quiero tenerte en espíritu.
Ven a mí, oh Jesús mío, que yo vaya hacia Ti. Que tu amor pueda inflamar
todo mi ser, para la vida y para la muerte. Creo en Ti, espero en Ti,
Te amo. Que así sea”.
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