
Además, hace apenas diez años la mitad de las bodas en España aún se hacían por la Iglesia. Hoy son aproximadamente un 20%. Jaén, la provincia más pobre de España, es la única en que las bodas católicas superan el 50%.
En algunas provincias las bodas católicas son anecdóticas, un 3 o 4%.
De hecho, pocas parejas se atreven a casarse, incluso por lo civil:
apenas unas 160.000 bodas al año, mientras que en el año 2000 superaban
las 200.000.
En este panorama desconcertante, más gaseoso que líquido,
resulta imprescindible estudiar qué sucede con la institución familiar y
como afecta a la sociedad en su conjunto. Esa es una de las tareas del Instituto CEU de Estudios de la Familia, con sede en Madrid.
El instituto tiene 3 líneas de actuación:
- el trabajo académico sobre la familia como institución: estudios, publicaciones, formación para profesores y académicos..
- el trabajo transversal con los alumnos: incluye el Gabinete
de Atención psicológica y acompañamiento, pero también iniciativas para
promover la reflexión entre los jóvenes (concursos de cortos o de
ensayos, propuestas de estudios, etc...), reflexiones sobre la familia
en distintas disciplinas..
- la colaboración con otras entidades: las asociaciones de familias numerosas, el Foro de la Familia, la Fundación Renacimiento Demográfico, etc..
"La sociedad necesita cada vez más revalorizar la familia",
exhorta Carmen Fernández de la Cigoña, la directora del Instituto CEU de
Estudios de la Familia. "En nuestra sociedad todo es muy efímero, todo
depende de cada momento... pero para proteger y fortalecer nuestra familia debemos estar convencidos de que merece la pena esforzarse en ella, con constancia".
"Son muchas las presiones hoy que debilitan el proyecto de una vida matrimonial, de estar juntos para siempre, abiertos a la fecundidad. Tenemos que volver a proponer el matrimonio indisoluble, su estabilidad y su permanencia. Al descender el número de matrimonios, también civiles, habrá menos estabilidad familiar y eso tendrá efectos en toda la sociedad", advierte.
En 2018, con motivo del Sínodo de la Familia, una y otra vez voces en
la Iglesia hablaban de la importancia de acompañar a los novios, a los
matrimonios novatos y también a los veteranos. ¿Cuánto de eso se ofrece
en la Iglesia española?
"Cada diócesis española presenta un panorama distinto", señala
Fernández de la Cigoña. "Hay más acompañamiento familiar en algunos
movimientos de Iglesia que tienen más conciencia de esa importancia. Los laicos debemos reclamar a la Iglesia este acompañamiento. Es necesario que las familias tengamos referentes.
Ya se hace, y es bueno, que en los cursillos prematrimoniales haya
matrimonios cristianos experimentados que cuenten su testimonio, su
experiencia de alegría y dificultades. Pero no sólo los cristianos
tienen que pedir a la Iglesia que se implique. También la sociedad civil debe reclamar más protección y apoyo para la institución familiar".
Recientemente, la Conferencia Episcopal ha publicado materiales de un curso muy largo, de hasta 3 años, para parejas de novios.
¿Es realista un itinerario tan largo? La directora del Instituto CEU de
la Familia cree que hay que dar formación adaptada a la realidad de la
gente.
"Casarse, el compromiso matrimonial, ¡es la mayor aventura de la vida! Así que es muy importante formarse,
conocer lo que implica la vida en común. Pero puede haber noviazgos
cortos que 3 años antes no tenían ni idea de que se casarían, y pueden
lograr matrimonios muy buenos. Mejor formación no necesariamente es más tiempo. Cada pareja de novios es distinta.
Y la fe de cada pareja cristiana ha de ir creciendo, antes y después de
casarse. La formación es importantísima, pero con los pies en la
tierra. La vida cotidiana va a ser complicada, va a afectar a nuestra
relación familiar, y vale la pena prepararse".
Se necesita el apoyo de otras familias
La familia cristiana no puede ser aislacionista. En un entorno muy hostil, necesitará el sostén y el ejemplo de otras familias cristianas, explica esta experta. "Una familia necesitará crecer acompañada en un ambiente donde reciba apoyo, formación, y no se sienta continuamente juzgada o presionada.
La familia combina mucha libertad con mucha conciencia y empeño en
tirar adelante, en mejorar. La vida familiar no sale sola: requiere
trabajo y constancia. Habrá momentos mejores y momentos peores, pero sin tirar nunca la toalla".
Si ser fiel y trabajador implicó un esfuerzo para los matrimonios de
todas las épocas, en nuestro siglo XXI digitalizado se suman retos
nuevos. "La tecnología hay que saber usarla bien. Hoy la pérdida de
relaciones personales, presenciales, es un problema. Hay cosas que no
se aprenden en tutoriales en YouTube, sino en el trato personal:
solidaridad, empatía, compartir, ¡lo que hace una familia! En la
vida presencial, real, hay peleas y perdón, risa y llanto... lo que
aprendes viviéndolo en casa es lo que te afectará toda tu vida".
En 2020 el Instituto CEU de Estudios de la Familia está atento a un
aniversario especial. Se cumplen 25 años desde que San Juan Pablo II
publicó su Encíclica Evangelium Vitae. En ella, el Papa expresaba un deseo: "que resurja o se refuerce a cada nivel el compromiso de todos por sostener la familia,
para que también hoy —aun en medio de numerosas dificultades y de
graves amenazas— ella se mantenga siempre, según el designio de Dios,
como santuario de la vida".
El Instituto aún examina el formato concreto con el que celebrará este aniversario, pero incluirá actividades para recordar sus enseñanzas, "tanto entre profesores y académicos como entre un público más amplio", adelanta su directora.
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