Este sábado, la diócesis de Málaga celebra al Beato Enrique Vidaurreta, asesinado por milicianos del Frente Popular
el 31 de agosto de 1936 a los 39 años de edad. Ordenado sacerdote en
1919, al inicio de la Guerra Civil era el rector del seminario de
Málaga, donde fue detenido el 22 de julio junto a otros sacerdotes que
realizaban ejercicios espirituales.
La noche del 30 de agosto se ofreció para la muerte en lugar de otro sacerdote enfermo,
y fue llevado a las tapias del cementerio de San Rafael para ser
fusilado el 31 de agosto de 1936 junto a un un centenar de encarcelados.
Fue beatificado en Roma como mártir el 28 de octubre de 2007.
Un óleo en la capilla del Buen Pastor del seminario recuerda a Vidaurreta junto a un compañero de martirio, el Beato Juan Duarte, seminarista de 24 años
torturado durante ocho días con palizas y corrientes eléctricas y luego
amputado de sus genitales y abierto en canal y quemado vivo.
El actual rector del seminario, el sacerdote Antonio Eloy Madueño, explica en el portal de la diócesis de Málaga que "don Enrique destaca por la pobreza y austeridad de vida, incompatible con un estilo de vida mundano.
Pobreza que es desprendimiento por un deseo de seguir más de cerca al
Buen Pastor. También hoy, en una sociedad hedonista y consumista, el
sacerdote está llamado a presentar la pobreza y austeridad como un logro
de la libertad que alcanzamos en Cristo, y que nos hace libres de
nosotros y, por tanto, disponibles para amar a los más pobres... Junto
con San Manuel González (1877-1940), don Enrique trabajará por una formación en la espiritualidad sacerdotal profunda y recia. Partiendo de la Eucaristía,
el sacerdote está llamado a vivir como Cristo, una vida eucarística, y a
hacer de ésta la fuente para unirse a Cristo y para darse como Cristo
en favor de sus ovejas. Por eso, el lema que San Manuel González puso en
la Cruz que orla al Buen Pastor, situado en el fondo de una gran forma
Eucarística, sigue siendo plenamente actual y vigente para nosotros: Pastor bueno, haznos buenos pastores, dispuestos a dar la vida pronto, por las ovejas. Son algunos de los aspectos de la formación de ayer plenamente vivos en nuestro momento".
Sacerdotes y seminaristas del seminario de Málaga, varios de
ellos futuros mártires. En el centro de la imagen, el obispo San Manuel
González. A su derecha, el Beato Enrique Vidaurreta.
El deán de la catedral de Málaga, Antonio Aguilera, sintetizó así la filosofía del Beato Enrique Vidaurreta como rector del seminario: "Dos preocupaciones fundamentales tuvo don Enrique: llenar de espíritu sacerdotal el seminario
y enriquecerlo con abundancia de vocaciones. Y a ello dedicó lo
fundamental de todos sus días y todas sus horas, a trabajar por: un
seminario familia fraterna; un seminario donde los pilares marcaran bien
la andadura de cada día y la formación; un seminario donde destacaran
muy mucho la piedad sacerdotal, la ciencia eclesiástica y el celo pastoral; un seminario en el que la Eucaristía
no habría de ser una cosa más, siquiera la más importante, sino su
vida, su bien, su doctrina, su alimento, su seguridad, su gozo, su
gloria; un seminario donde el Buen Pastor fuera el ejemplo a seguir; un
seminario donde la disponibilidad y la obediencia, galería de la
obediencia, fuesen vivencias constantes; un seminario donde no cabían
ganapanes sino solo gana almas".
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