José Daniel Pérez Espasandín se hizo cura con 24 años, en el 2009. La ordenación fue el primer domingo de julio. El derecho canónico preceptúa un mínimo de 25 años, pero él obtuvo dispensa y se convirtió en el sacerdote más joven de la diócesis. Pese a no tener los datos, podría decir que en aquel momento también era uno de los curas más jóvenes de España. No es exagerado alegar tal precocidad: ni salen tantos de los seminarios ni todos lo hacen siempre a edades muy tempranas, porque cada vez hay más que acuden con otros estudios o carreras completas.
De hecho, Daniel aún es muy joven a sus 26 años (27 el 12 de octubre), pero ya acumula una importante experiencia sacerdotal centrada en Carballo, a donde llegó como diácono en el 2008, pero con conocimiento de otros lugares. Natural de Santa Comba (del mismo centro), durante sus estudios seminaristas colaboró en las parroquias de Santa Cristina de Fecha, la capital xalleira, Hío o Monfero. Su primer destino fue Carballo, primero en prácticas y después como uno de los sacerdotes titulares, desde que ofició su primera misa el 10 de julio del 2008.
¿Cómo se decide uno a ser sacerdote? La llamada no es instantánea: «Decidino en segundo de Bacharelato, pero xa viña de antes. A vocación é todo un proceso, non é algo que chegue dun día para outro, vaise larvando». En su caso, un punto de inflexión muy importante, casi de descubrimiento, fue su participación en la jornada mundial de la juventud del año 2000 en Roma, a la que acudió con solo 15 años: también aquí se adelantó a su tiempo, pues requerían una edad mínima de 16 años para viajar y el entonces arzobispo Rouco tuvo que firmar una autorización especial.
Con los dos años que lleva en Carballo ya puede hacer un poco de balance: «A experiencia aquí é moi boa, atopo unha excelente atitude con todos: coa xuventude, nas catequeses, cos maiores, coas actividades que se levan a cabo... Hai tantas cousas que facer que teño moi pouco tempo libre, pero lévase moi ben. Non é un traballo, estás facendo algo que che gusta, e iso é importante. Hai momentos nos que se necesita desconectar, porque somos humanos, pero en xeral non hai ningún problema».
Con los vecinos también asegura estar a gusto. «A acollida foi moi boa, e apenas coñecía esta zona. É curioso que, estando tan cerca, penso que en Santa Comba non se coñece moito Carballo». Tal vez los inconvenientes podrían derivarse de la edad, sobre todo porque la gente está acostumbrada a tratar con curas más mayores: «Non, tampouco é un problema, porque a xente xa lle plantexa certas cuestións a quen sabe que llas vai resolver, e non a quen aínda carece da experiencia necesaria». Del mismo modo, Daniel tiene un acceso y un contacto más fácil con los jóvenes, en los que ve «de todo, os que teñen máis curiosidade pola relixión, e os que teñen menos».
La curiosidad lleva a muchos a acercarse hasta él, e introducirse en la vida parroquial. ¿Y van a más o a menos? «Eu penso que cada vez máis, pero pouco a pouco, é un traballo de anos, de que uns vaian tirando polos outros».
Como rincón, elige la capilla de A Milagrosa, ya renovada que este año es santuario mariano jubilar. Lo hace porque le gusta el lugar, porque celebra misa a diario y por una razón más: «A presenza constante da Virxe na miña vocación, é quen me axuda moito».
Además, oficia los domingos en Oza, Lema, Lemaio y Vilela, y durante unos cuatro meses también lo hizo en varias parroquias de Coristanco.
LA VOZ DE GALICIA

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