José Luis del Palacio ha cumplido ya siete años como
obispo del Callao, una diócesis muy pobre en Perú con más de 1,3
millones de personas y en el que está el puerto y el aeropuerto de Lima.
Este madrileño está volcado en una pastoral de nueva evangelización desde la que también afronta los grandes desafíos sociales de una zona de gran pobreza, droga y violencia.
Los frutos son visibles. Y cuanto más se evangeliza, más vidas cambian y más se ayuda a numerosas personas totalmente destrozadas.
Va todo unido. Muchos jóvenes traficantes y presos aprenden a leer tras
haberse convertido únicamente para poder recibir la Palabra de Dios.
Más de 40 años como misionero en Perú
Monseñor Del Palacio llegó al Perú en 1976 como misionero del Camino Neocatecumenal,
una realidad que daba sus primeros pasos en esos momentos. Y es que la
evangelización es una parte esencial de su vida, pues antes de llegar a
América estuvo anunciando igualmente el Evangelio por distintos puntos
de España abriendo esta realidad eclesial en varias diócesis españolas.
Él sabe cómo predicar a los jóvenes del Callao que andan perdidos porque él mismo lo estuvo de joven. Psicólogo de formación, fue durante un tiempo encargado de discoteca, lector de Sartre y de Camus y revolucionario de mayo del 68 en París.
Todo esto le robó la fe y le llevó a una infelicidad profunda, hasta
que conoció unas catequesis para adultos que Kiko Argüello y Carmen
Hernández dieron en la parroquia de La Paloma de Madrid. Esto transformó su vida y le llevó hasta el Perú. (Puede leer aquí su testimonio completo).
El Kerigma transforma vidas
Ahora como obispo, monseñor José Luis del Palacio asegura que “en
estos siete años de episcopado he visto como en una ciudad que estaba
muerta Dios me está ayudando a levantarla predicando a Jesucristo, el
Kerigma. El perdón de los pecados hace posible regenerar a los jóvenes.
¿Un hombre viejo puede volver a nacer?, pregunta Nicodemo a Jesús. Y yo
esto lo estoy viendo, pues el primero que ha sido regenerado he sido
yo”.
Si la misión y la evangelización son santo y seña de este obispo, así ha querido convertir a su diócesis. Es a su vez evangelizada y evangelizadora.
Más de 80 sacerdotes de esta diócesis del Callao se encuentran en otras
partes del Perú y de todo el mundo como misioneros. Este año ha enviado
a cinco, uno de ellos a Japón, un país descristianizado y en el que el
suicidio es una de las grandes preocupaciones nacionales.
“Veo que están apareciendo nuevas vocaciones y he tenido que hacer un seminario más grande”,
explica este obispo madrileño. Y es que en estos momentos la diócesis
tiene 150 seminaristas, entre el seminario diocesano y el Redemptoris
Mater del Camino Neocatecumenal.
De la pobreza a la misericordia
Con respecto a la situación de su diócesis, monseñor del Palacio explica que “el 33% de los jóvenes ni estudia ni trabaja”.
¿Cómo cambiar esto? La receta es sencilla: educación y evangelización.
Este obispo busca y encuentra materiales reciclados y así está
consiguiendo crear colegios, auditorios y salones. ¿Para qué?, pregunta:
“Para que la gente escuche, pueda experimentar un cambio y pasar de su
pobreza a la misericordia, que es lo que testimonia el Evangelio”. Y así la diócesis dirige 19 colegios parroquiales y en los últimos años el obispo ha construido 22 aulas más.
Pero detrás de todo esto hay otro objetivo prioritario para el obispo
del Callao: recuperar la familia. “Estamos haciendo -señala- un centro
de formación integral familiar y comunitario donde las familias destruidas puedan recuperarse, por ejemplo, escuchando y celebrando la Palabra”.
Este centro está en el desierto y mirando al mar, donde se encuentra
también un monasterio de clausura. Monseñor del Palacio asegura que cuando se abrió hace pocos años había siete monjas de clausura y ahora son más de 40 las que rezan por la diócesis.
Delincuentes arrepentidos aprenden a leer para recibir la Palabra
“Estoy contento de ver cómo Dios nos está acompañando
con los maltratados, las víctimas de los desastres o los presos”,
afirma el prelado, que tiene en la cárcel uno de los principales focos
de evangelización. Dedicada a este pastoral hay una pastoral de 34
personas, entre matrimonios, sacerdotes y jóvenes.
“¡Cuántos jóvenes he visto que han abandonado la droga, la venta de armas y todo ello gracias al poder del Evangelio! Están aprendiendo a leer para poder leer la Palabra de Dios, que da salvación”, explica este obispo misionero.
¿Vale la pena ayudar a esta gente?, pregunta este obispo, que hace un
llamamiento a colaborar para poder seguir realizando esta obra que une
lo social y lo evangelizador. “Vemos que Dios provee, que va delante de nosotros cambiando y transformando personas. De nuestros pecados, Él saca salvación. Es el poder de Jesucristo y de la Pascua.
José Luis del Palacio, que además es doctor en Teología y en Derecho
Canónico, insiste en que los primeros beneficiados de la ayuda serán los
propios benefactores “porque Dios da el ciento por uno”.
Y recuerda como gracias a Dios crecen el seminario y la vida religiosa
en la diócesis mientras numerosas familias misioneras anuncian el
Evangelio por las casas y las plazas.
El obispo explica que los donativos (los números de cuenta aparecen
al final del reportaje) llegan al obispado. Con ese dinero –añade- “se
ayudan a los agentes pastorales, a las familias, a los niños más pobres y
también a los profesores. Ahora procuramos que hagan carreras
superiores como la de maestro, y tengo matriculados unos 300 jóvenes. El dinero se emplea en becas, en los más necesitados y como no, en la cárcel”.
Cómo ayudar
Para ayudar a la obra de monseñor José Luis del Palacio en el Callao puede hacerlo a través de la Fundación Desarrollo Integral de los Pueblos, que preside el propio obispo.
También puede hacer una transferencia a estas cuentas:
Desde España
Fundación Desarrollo Integral de los Pueblos
ES93 0081 0119 7200 0165 1471
Desde Perú
Obispado del Callao
Receptora 2/192-10061698-1-30
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