En esta fiesta de la exaltación de la Santa Cruz, el Papa Francisco ha animado a dedicado "cinco, diez, quince minutos" a contemplar una cruz ("de casa, o del rosario") y reflexionar sobre ella, como signo de victoria.

Ha dedicado la homilía del viernes a reflexionar desde la capilla de la Casa Santa Marta sobre cómo Cristo venció al demonio, al mal y al pecado mediante una aparente derrota.

Citando a los antiguos Padres de la Iglesia, el Papa explicó que Satanás "vio a Jesús deshecho, desgarrado y como el pez hambriento que va a la carnada atada al anzuelo, fue allí y se tragó a Jesús. "Pero en ese momento él, se tragó también a la divinidad porque era la carnada atada al anzuelo con el pez". "En aquel momento, comenta el Papa Francisco, "Satanás es destruido para siempre. No tiene fuerza. La cruz, en ese momento, se convirtió en un signo de victoria.

"Nuestra victoria es la cruz de Jesús, la victoria ante nuestro enemigo, la gran serpiente antigua, el gran acusador. En la cruz fuimos salvados, en ese recorrido que Jesús quiso hacer hasta lo más bajo, pero con la fuerza de la divinidad", explicó el Pontífice. Con todo, aunque Satanás está destruido y encadenado, "sigue ladrando", y si te acercas a acariciarlo "te destruirá", avisó el Papa Francisco.

La derrota de Jesús ilumina nuestros malos momentos
Contemplar la cruz, signo del cristiano, explica el Papa, es para nosotros contemplar un signo de derrota pero también un signo de victoria. En la cruz "todo lo que Jesús había hecho en la vida" fracasa, y toda la esperanza de la gente que siguió a Jesús, termina.

No tengamos miedo de contemplar la cruz como un momento de derrota, de fracaso. Cuando Pablo reflexiona sobre el misterio de Jesucristo, nos dice cosas fuertes, nos dice que Jesús se vació de sí mismo, se aniquiló, se volvió pecado hasta el final, asumió todo nuestro pecado, todo el pecado del mundo: era un "trapo", un hombre condenado. Pablo no tuvo miedo de mostrar esta derrota e incluso esto puede iluminar nuestros momentos feos, nuestros momentos de derrota, pero también la cruz es un signo de victoria para nosotros los cristianos”.

En el Viernes Santo, la "gran trampa" para Satanás
El Libro de los Números, en su primera lectura, narra el momento del Éxodo en el que el pueblo judío que murmuraba "era castigado por las serpientes". Y esto recuerda a la antigua serpiente, Satanás, el Gran Acusador, recuerda Francisco. Pero la serpiente que daba la muerte, dice el Señor a Moisés, será levantada y dará la salvación. Y esta, comenta el Pontífice, "es una profecía". De hecho, "Jesús hecho pecado ha vencido al autor del pecado, ha vencido a la serpiente". Satanás era feliz el Viernes Santo, subraya el Papa, "tan feliz que no se dio cuenta" de la gran trampa "de la historia en la que caería".

La serpiente traga a Jesús pero también su divinidad y pierde
Como dicen los Padres de la Iglesia, Satanás "vio a Jesús tan deshecho, desgarrado y como el pez hambriento que va a la carnada atada al anzuelo, fue allí y se tragó a Jesús. "Pero en ese momento él, se tragó también a la divinidad porque era la carnada atada al anzuelo con el pez". "En aquel momento, comenta el Papa Francisco, "Satanás es destruido para siempre. No tiene fuerza. La cruz, en ese momento, se convirtió en un signo de victoria.

La antigua serpiente está encadenada, pero no debes acercarte
"Nuestra victoria es la cruz de Jesús, la victoria ante nuestro enemigo, la gran serpiente antigua, el gran acusador. En la cruz, subraya el Pontífice, "fuimos salvados, en ese recorrido que Jesús quiso hacer hasta lo más bajo, pero con la fuerza de la divinidad".

“Jesús le dice a Nicodemo: "Cuando sea levantado de la tierra, atraeré a todos hacia mí". Jesús levantado y Satanás destruido. La cruz de Jesús debe ser para nosotros la atracción: tenemos que mirarla, porque es la fuerza para seguir adelante. Y la serpiente antigua destruida todavía ladra, todavía amenaza, pero, como decían los padres de la Iglesia, es un perro encadenado: no te acerques y no te morderá; pero si vas a acariciarlo, porque el encanto te lleva allí como si fuera un perrito, prepárate, te destruirá”.

Frente al crucifijo, signo de derrota y de victoria
"La cruz nos enseña esto, que en la vida hay fracaso y victoria. Debemos ser capaces de tolerar las derrotas, de soportarlas pacientemente, las derrotas, incluso de nuestros pecados porque Él pagó por nosotros. Tolerarlas en Él, pedir perdón en Él pero nunca dejarse seducir por este perro encadenado. Hoy será hermoso si en casa tranquilos nos tomamos 5, 10, 15 minutos delante del crucifijo, o lo que tenemos en casa o aquel del rosario: mirarlo, es nuestro signo de derrota, que provoca persecuciones, que nos destruye, pero es también nuestro signo de victoria porque Dios ha ganado allí".
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