Los actos puramente religiosos del Papa en Bulgaria, tras su encuentro con las autoridades civiles, comenzaron con tres muy seguidos: en el Palacio del Santo Sínodo, sus palabras ante Neófito,
patriarca ortodoxo de toda Bulgaria, y su sínodo; luego, la visita a la
catedral de Alejandro Nevski, donde rezó ante las tumbas de San Cirilo y San Metodio, evangelizadores de la Europa oriental; y por último, en la plaza donde se ubica el templo, el rezo del Regina Coeli.
Ante Neófito y su "santo sínodo", Francisco tuvo unas primeras palabras para evocar a los mártires del comunismo en Bulgaria, "los testigos de la Pascua":
"¡Cuántos cristianos en este país sufrieron por el nombre de Jesús, en
particular durante la persecución del siglo pasado... Pasaron a través
de las espinas de la prueba para que se extienda la fragancia del
Evangelio. Florecieron en un terreno fértil y bien labrado, en un pueblo
rico de fe y humanidad genuina, que les dio raíces robustas y
profundas. Pienso en la vida monástica que, de modo especial, alimentó
la fe de la gente de generación en generación". Utilizando una
denominación que es ya habitual en sus discursos, denominó a esa unidad
de los cristianos ante la persecución "el ecumenismo de la sangre".
Luego alabó la senda del diálogo entre católicos y ortodoxos
impulsado en el Concilio Vaticano II por el Papa San Juan XXIII, quien
fue delegado apostólico en Sofía entre 1925 y 1934, y abogó por que,
"con la ayuda de Dios y en los tiempos que la Providencia disponga, esos
contactos incidan positivamente en tantos otros aspectos de nuestro
diálogo. Mientras tanto, estamos llamados a caminar y a actuar
juntos para dar testimonio del Señor, sirviendo especialmente a los
hermanos más pobres y olvidados, en los que Él está presente. El ecumenismo del pobre".
Por último, recordó que "los santos Cirilo y Metodio... nos han unido
desde el primer milenio... [Su] memoria viva perdura en nuestras
Iglesias como fuente de inspiración, porque, a pesar de las
adversidades, ellos pusieron en primer lugar el anuncio del Señor, la
llamada a la misión" y "eligieron la perspectiva de la comunión":
"Misión y comunión", dijo el Papa, "dos palabras que se entrelazan
siempre en la vida de los dos santos y que pueden iluminarnos el camino
para crecer en fraternidad. El ecumenismo de la misión".
Franciso añadió además que "Cirilo y Metodio, bizantinos de cultura,
tuvieron la audacia de traducir la Biblia en una lengua accesible a los
pueblos eslavos, para que la Palabra divina precediese a las palabras
humanas. Su valiente apostolado permanece como un modelo de
evangelización para todos". Pidió una especial atención a los jóvenes
para que "encontremos modos para transmitir la fe con el lenguaje y las
formas que permitan a los jóvenes experimentar la alegría de un Dios que
los ama y los llama. De lo contrario se sentirán tentados a confiar en tantas sirenas engañosas de la sociedad de consumo".
A continuación Francisco acudió a la catedral de Alejandro Nevski a rezar en silencio ante la cátedra de San Cirilo (827-869) y San Metodio (815-885), apóstoles de los eslavos.
Posteriormente, en la Plaza, rezó como es tradicional el Regina Coeli, en la misma plaza de la catedral.
Antes de ello, reiteró el recuerdo a San Juan XXIII y las palabras
anteriores llamando al encuentro entre las comunidades cristianas. Y
felicitó la Pascua a los presentes con un Christos vozkrese! [¡Cristo
ha resucitado!], palabras que "expresan la gran alegría por la victoria
de Jesucristo sobre el mal y sobre la muerte. Son una afirmación y un
testimonio del corazón de nuestra fe: Cristo vive. Él es nuestra
esperanza y la más hermosa juventud del mundo. Todo lo que Él toca se
hace nuevo, se llena de vida. Por eso, las primeras palabras que quiero
dirigir a cada uno de vosotros son: ¡Él vive y te quiere vivo! Él está
en ti, Él está contigo y nunca te deja. Él camina contigo... Cuando
te sientas avejentado por la tristeza –la tristeza envejece–, los
rencores, los miedos, las dudas o los fracasos, Él estará allí para
devolverte la fuerza y la esperanza".
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