El Papa Francisco concluyó este miércoles en la
Audiencia General su ciclo de catequesis sobre el Padre Nuestro y a modo
de resumen destacó que esta oración cristiana nace de la audacia de
llamar a Dios con el nombre de “Padre”. Es por tanto más que una fórmula
una intimidad filial.
De este modo, Francisco recalcó que esta oración no es una fórmula que hay que repetir de manera mecánica sino que es a través de la Palabra de Dios como el Espíritu Santo enseña a sus hijos a orar a su Padre.
El rezo de Jesús en Getsemaní
Citando el Evangelio, concretamente en la noche en Getsemaní, Jesús
rezaba así: “Abba, Padre, tú lo puedes todo, aparta de mí esta copa.
Pero no se haga mi voluntad si no la tuya”. Francisco se preguntó cómo
poder dejar de reconocer en esta oración un rastro del Padre Nuestro. “En medio de la oscuridad, Jesús invoca a Dios con el nombre de ‘Abbà’, con confianza filial y, mientras siente temor y angustia, pide que se cumpla su voluntad”.
En su catequesis, el Pontífice señaló que “en otros pasajes del
Evangelio, Jesús insiste con sus discípulos para que puedan cultivar un
espíritu de oración”. Ésta debe ser insistente y según Francisco debe
tener memoria de los hermanos, especialmente cuando hay relaciones
difíciles con ellos. El Papa recordó entonces lo que dice Jesús: “Cuando
os pongáis a orar, perdonad lo que tengáis contra otros, y vuestro
Padre del cielo os perdonará vuestras culpas”. Aquí mismo volvió a destacar la similitud de este pasaje con las oraciones del Padre Nuestro.
Pero es precisamente en el Evangelio de Lucas –agregó el Papa- donde
“Jesús satisface plenamente la petición de los discípulos, al verlo a
menudo aislado y sumergiéndose en la oración, un día deciden
preguntarle: ‘Señor, enséñanos a orar, como Juan, el Bautista, enseñó a
sus discípulos’. Y entonces el Maestro les enseñó la oración al Padre”.
El "surco" hecho por Jesús que ayuda a orar
Según recoge Vatican News, Francisco indicó que “considerando el Nuevo Testamento como un todo, está claro que el primer protagonista de toda oración cristiana es el Espíritu Santo, que sopla en el corazón del discípulo. El Espíritu nos hace capaces de orar como hijos de Dios, lo que realmente somos para el Bautismo”.
Y es que, como añadió el Santo Padre, el Espíritu ayuda a orar en el “surco” que Jesús cavó para cada uno de los hombres.
“Jesús oró así. A veces usaba expresiones que ciertamente están muy
lejos del texto del "Padre Nuestro". Pensemos en las palabras iniciales
del Salmo 22, que Jesús pronuncia en la cruz: " Dios mío, Dios mío, ¿por
qué me has abandonado? ¿Puede el Padre celestial abandonar a su Hijo?
No, desde luego”. Y sin embargo, dijo el Papa, el amor por los
pecadores, llevó a Jesús a este punto: al punto de experimentar el
abandono de Dios, su lejanía. Pero incluso en el grito de angustia, el
"Dios mío, Dios mío" permanece. En ese "mío" está el núcleo de la
relación con el Padre, está el núcleo de la fe y la oración.
Por eso, a partir de este núcleo, un cristiano puede orar en cualquier situación. Él
puede asumir todas las oraciones de la Biblia, especialmente de los
Salmos; pero también puede orar con tantas expresiones que en milenios
de historia han brotado del corazón de los hombres. Y al Padre
nunca dejamos de hablar de nuestros hermanos y hermanas en la humanidad,
porque ninguno de ellos, especialmente los pobres, permanece sin un
consuelo y una porción de amor.
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