El último acto del primer día del viaje apostólico de Francisco a Marruecos fue su encuentro el sábado con cerca de ochenta migrantes africanos atendidos por Cáritas Diocesana en Rabat.
En dicho centro escuchó el testimonio de Abena Banyomo Jackson, joven nacido en una pequeña aldea Camerún. Según recoge ACI Prensa,
llegó a Marruecos después de cruzar varios países y pasar por distintos
espacios para refugiados, con la esperanza de llegar a Europa para
alcanzar un mejor futuro y recursos para ayudar a su familia. Pero su
vida cambió al conocer a un sacerdote: “Me acogió en su casa, la
Iglesia, y me dio un nuevo aliento”. Con el paso del tiempo, decidió
quedarse en Marruecos y, después de regularizar su situación, comenzó a
trabar con Cáritas en la ayuda a otros migrantes. “Hoy quiero darte las
gracias desde el fondo de mi corazón, la Iglesia me acogió y me cuidó como madre, con paz y con amor”, le dijo al Papa.
En las palabras que les dirigió después, Francisco quiso expresarles
su "cercanía" ante lo que definió como una "herida grande y dolorosa que
continúa desgarrando los inicios de este siglo XXI. Herida que clama al
cielo, y por eso no queremos que nuestra palabra sea la indiferencia y
el silencio... Nadie puede ser indiferente ante este dolor".
"Todos estamos llamados a responder a los numerosos desafíos
planteados por las migraciones contemporáneas, con generosidad,
diligencia, sabiduría y amplitud de miras, cada uno según sus propias
posibilidades", añadió, evocando el pacto alcanzado durante la Conferencia Intergubernamental sobre Migración celebrada en Marrakech el pasado mes de diciembre: "Lo que está en juego es el rostro que queremos darnos como sociedad y el valor de cada vida".
Francisco recordó los cuatro verbos que suelen centrar su mensaje sobre esta cuestión: "Acoger, proteger, promover e integrar... Estos
cuatro verbos pueden ayudar a crear alianzas capaces de recuperar
espacios donde acoger, proteger, promover e integrar. En definitiva, espacios para dar dignidad".
El Papa coincidió con el Pacto Mundial de Marrakech en que "la
ampliación de los canales migratorios regulares es uno de los
principales objetivos... para no otorgar nuevos espacios a los
'mercaderes de carne humana' que especulan con los sueños y las
necesidades de los migrantes. Y hasta que este compromiso no se realice
plenamente, habrá que afrontar la realidad apremiante de los flujos irregulares con justicia, solidaridad y misericordia. Las formas de expulsión colectiva, que no permiten un manejo correcto de los casos particulares, no pueden ser aceptadas. Por otro lado, los caminos extraordinarios de regularización, especialmente en el caso de las familias y de los menores, han de ser alentados y simplificados".
Francisco animó también a proteger las rutas migratorias
"que, lamentablemente, son a menudo escenarios de violencia,
explotación y abusos de todo tipo", y a "prestar especial atención a los
migrantes en situación de gran vulnerabilidad, a los numerosos menores no acompañados y a las mujeres".
"Promover significa garantizar a todos, migrantes y locales, la
posibilidad de encontrar un ambiente seguro que les permita realizarse
integralmente", añadió: "Esta promoción comienza reconociendo que ninguno es un desecho humano,
sino que es portador de una riqueza personal, cultural y profesional
que puede aportar mucho ahí donde se encuentra. Las sociedades de
acogida se enriquecerán si saben valorizar adecuadamente la aportación
de los migrantes, evitando todo tipo de discriminación y cualquier sentimiento xenófobo.
Debe fomentarse vivamente el aprendizaje de la lengua local como
vehículo esencial de comunicación intercultural, así como toda forma
positiva de responsabilizar a los migrantes respecto a la sociedad que
los acoge, aprendiendo a respetar las personas y las relaciones
sociales, las leyes y la cultura, para que así ofrezcan una mejor
aportación al desarrollo humano integral de todos".
"Se debe garantizar", dijo, "junto al derecho a emigrar, también el de no estar obligados a emigrar, es decir, el derecho a encontrar en la propia patria las condiciones que permitan una vida digna".
En cuanto a la integración, esta palabra implica "comprometerse en un
proceso que valorice tanto el patrimonio cultural de la comunidad
receptora como el de los migrantes, construyendo así una sociedad intercultural y abierta".
El Papa expresó su gratitud a los miembros de Cáritas que atienden a
los migrantes: "En nombre de toda la Iglesia, tenéis el honor de
manifestar el amor misericordioso de Dios a tantas hermanas y hermanos
nuestros... Vosotros bien sabéis y experimentáis que para el cristiano
'no se trata solo de migrantes', sino de Cristo mismo que llama a nuestra puerta".
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