Aceptados sus votos como fraile capuchino y luego de recibir el orden
sacerdotal en 1910, padre Pío pronto comenzó a ser un instrumento
salvífico de Dios, según el testimonio de testigos que por miles acudían
a las eucaristías que celebraba y a confesarse con él. El 20 de septiembre de 1918 fue la primera vez que recibió el don visible de los estigmas de la pasión de Cristo. Fallecería el 23 de septiembre de 1968 a la edad de 81 años.
Tras un riguroso proceso de estudio, explica la web Portaluz,
Padre Pio sería declarado venerable en 1997, beatificado en 1999 y
canonizado en 2002 por el Papa Juan Pablo II. Fue el rigor científico,
liderado por el doctor Pietro Gerardo Violi, lo que dio buena parte de los argumentos a la Iglesia para avalar la canonización del santo capuchino estigmatizado.
Ciencia y fe se unen en la humildad
El científico Violi, recién graduado como Médico Cirujano en la
Universidad de Pavia, se había trasladado a vivir con su familia a San
Giovanni Rotondo en 1971, luego de ser contratado para trabajar en el
Hospital de la ciudad. En 1977 obtendría la especialidad de Nefrología
en la Universidad de Nápoles y luego en 1980 el doctor Violi recibiría
en Roma la acreditación para ejercer como académico.
Pero fue por su posterior trayectoria profesional -clínica,
académica, aportes a la investigación médica sobre análisis genético de
algunos trastornos de la sangre y reconocimiento internacional entre
otros-, que este científico fue seleccionado para dirigir la
investigación de diversos antecedentes relativos al Padre Pio;
incidentes para el proceso de canonización.
La razón que habla del misterio
En declaraciones al diario Avvenire de Italia, el citado científico, que estudió el asunto de los estigmas, comenta que: “Estas heridas tienen características científicamente inexplicables. En primer lugar, desde su aparición el 20 de septiembre de 1918 y hasta su muerte, por tanto durante 50 años, nunca sufrieron alteraciones, permaneciendo siempre iguales en tamaño, forma y vitalidad.
Esto es tanto más extraño cuanto que no había antibióticos en ese
momento. La penicilina fue descubierta en 1929 y puesta en el mercado en
1941, pero sólo dos años más tarde los Estados Unidos, motivados por la
necesidad de tratar a los heridos de la Segunda Guerra Mundial,
iniciaron su producción a nivel industrial. La penicilina llegó a Italia
en 1948. Quiere decir treinta años después. ¿Cómo es que esas heridas nunca se infectaron?”.
Violi destaca la valentía de padre Pio para soportar los dolores que al caminar le provocaban los estigmas
(especialmente aquellos en sus pies). Cuestión, recuerda, observada por
médicos que lo trataron: los doctores Luigi Romanelli, el profesor
Bignani, que era también ateo, y Giorgio Festa… “Estudiándolo atentamente, certificaron que él realizaba todas las actividades cotidianas comunes. A pesar de las heridas, se movía, caminaba normalmente”, confirma el investigador italiano.
Basado en las observaciones de aquellos colegas y otros abundantes
testimonios de testigos, el doctor Violi observa es significativo -signo de una acción sobrenatural-
que las heridas no presentaran alteraciones en el tiempo. “Si fueran
lesiones humanas, habrían cambiado, se habrían agrandado… Digo más: para
obtener esas heridas, como se le acusó de haber hecho, el Padre Pío
debería haber conocido perfectamente la anatomía. En la palma de la mano
pasan los tendones, pasan los nervios, el fraile tendría que sufrir de
alguna manera un déficit de funcionalidad, por ejemplo, de los dedos. No
fue así. Usaba las manos normalmente”.
El científico aborda luego la cuestión de que, tras fallecer, los
estigmas desaparecieron de inmediato del cuerpo de padre Pío. Comenta
que el tipo de heridas que llevaba el fraile normalmente requieren un
proceso de cicatrización de 20 a 60 días, dejando cicatrices muy
visibles. “Pues bien -señala el doctor Violi-, como se puede ver
en las fotografías, durante su última misa el Padre Pío tenía los
estigmas que, unas horas después, habían desaparecido completamente al
morir... ¿Cómo es posible?... Y también estoy hablando desde un
punto de vista psíquico sobre la hipótesis de los estigmas como
resultado de la autosugestión. Desde este punto de vista, el profesor
Bignami, nombrado por el Santo Oficio para verificar la credibilidad del
Padre Pío, dijo que era un hombre perfectamente equilibrado. Además, en
su informe, él, que era ateo, señalaba que, aunque no comía mucho, el
fraile podía confesar, permanecer en el confesionario 16 o 17 horas”.
Para el doctor Pietro Gerardo Violi la santidad de padre Pio, la
acción extraordinaria de Dios en la vida del santo, guarda sentido en la
medida que colabora a la evangelización, a la conversión de las
personas. “El mensaje del Padre Pío es el eje del Evangelio: el amor. En
sus escritos, en sus cartas habla de amor, amor, amor, amor. A Dios y
al prójimo. El Padre Pío fue la personificación del Evangelio, lo puso
en práctica. Su legado, las muchas obras que ha dejado atrás no son más
que el fruto del amor”, concluye.
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