Santa Juana de Valois
Fea, coja y jorobada, despreciada hasta por su padre, y sin embargo una gran santa
Juana de Valois nació el 23 de abril de 1464 en Nogent-le-Roi, eran sus padres el rey de Francia Luis XI y la reina Carlota de Saboya.
Fea, coja y jorobada, despreciada hasta por su padre, y sin embargo una gran santa
Juana de Valois nació el 23 de abril de 1464 en Nogent-le-Roi, eran sus padres el rey de Francia Luis XI y la reina Carlota de Saboya.
No por ser hija del rey de Francia iba a pasarlo muy bien en su vida;
más bien se puede asegurar todo lo contrario. El conjunto de su
existencia fue una mezcla de los sufrimientos más amargos a los que
puede estar abocada una persona. Ni querida, ni rica, ni agasajada -como
suele hacerse con los príncipes y princesas- ni galanes, ni fiestas
palaciegas. Más bien todo lo contrario. Fue despreciada por su padre el
rey por desencanto al esperar un hijo varón y nacerle una hembra.
Peor asunto cuando se descubre que a su condición de mujer se añade
la fealdad de rostro y, por si fuera poco, hay que añadir la incipiente
cojera. «Una cosa así» hay que sacarla de la Corte de los Valois. Será
el castillo de Linières su sitio para aprender a bordar. Allí pasará una
vida monótona y solitaria sin volver a ver a su madre, Carlota de
Saboya, desde los cinco años.
Luis XI es, aunque Valois, un tirano, dueño de vidas y haciendas. Ha
querido casar a su hija Juana con Luis de Orleáns porque eso sí entra
dentro de su juego y engranajes políticos. Ya lo tiene todo dispuesto.
Los Orleáns se niegan a emparentar con la fea, coja y jorobada maltrecha
Juana; pero las amenazas de muerte por parte del enojadizo rey son cosa
seria y el matrimonio de celebra el 8 de setiembre de 1476 en la
capilla de Montrichard, aunque el novio ni hable ni mire a la novia. A
partir de este acontecimiento, sólo hay visitas del esposo a la
malquerida mujer cuando lo manda el rey.
El duque Luis de Orleáns -el esposo de paja- es levantisco; da con
sus huesos en la cárcel por rebeldía y la buena esposa despreciada
intercede por él ante su hermano, el nuevo rey Carlos VIII.
Inesperadamente sube al trono francés el duque de Orleáns por la muerte
repentina de Carlos. Ahora es el rey Luis XII y precipitadamente
consigue la anulación del matrimonio.
Ya Juana no es reina, sólo duquesa de Berry. Retirada en Bourges
funda la Orden de la Anunciación que honre a la Virgen María, aprenda de
ella las virtudes y se desviva por los pobres. Es el año 1504 cuando
ella hace su propia profesión para morir en santidad el año 1505. La
canonización solemne será en Pentecostés del 1950.
Su esposo que la había humillado y rechazado tantas veces hizo
celebrar en su honor grandes funerales, fue beatificada en el siglo
XVIII y canonizada el 28 de mayo de 1950.
Con añadido de matices y divergencias uno piensa si la verdad de esta
vida es susceptible de ser narrada como una real versión de
«cenicienta». Hay reyes, príncipes y palacios; abundan los desprecios
más que duraderos, notables y bien sufridos; el final es feliz en ambos,
si bien el del cuento termina aquí mientras que el verdadero es más
radiante; un hada madrina -con varita mágica- hizo un papel fugaz en
tanto que la Virgen María prestó su ayuda eficaz.
Artículo originalmente publicado por Santopedia
Aleteia