Este jueves comienza el encuentro “La protección de los menores en la Iglesia”,
conocido ya como la cumbre anti-abusos, en el que participarán todos
los presidentes de las conferencias episcopales y los responsables de
las órdenes religiosas.
El objetivo es desarrollar nuevos procedimientos y actuaciones para evitar y prevenir nuevos casos,
protocolos de actuación cuando se hayan producido o haya indicios. Pero
además se escuchará a las víctimas, se sensibilizará aún más sobre
estos casos y se aportarán conocimientos que puedan ser útiles.
Sin embargo, la lucha contra la lacra de la pederastia en el seno de la Iglesia no comienza ahora
ni esta reunión representa el primer paso dado por la Santa Sede o por
las Iglesias locales. Estas medidas se remontan en algunos lugares a
hace más de 30 años, y ahora seguirán profundizándose, adaptándose o
corrigiendo donde ha habido fallas. Para explicar este recorrido Vatican News
ha publicado un extenso reportaje sobre las medidas que se han ido
tomando en el pasado para luchar contra los abusos por parte de
clérigos.
Una etapa de un largo viaje
El encuentro no representa ciertamente el primer paso de la Santa Sede, ni de las Conferencias Episcopales en esta dirección. Es una etapa histórica en un camino que la Iglesia Católica ha emprendido desde hace más de treinta años
en países como Canadá, Estados Unidos, Irlanda y Australia y desde hace
unos diez años en Europa. Este camino continuará también después de la
nueva reunión. La renovación de las normas canónicas sobre los casos de
abuso de menores por parte de miembros del clero comenzó en el Vaticano
hace ya dieciocho años. Mientras que en los últimos veinte años ha
habido innumerables gestos, discursos y documentos que los Papas han
dedicado al doloroso tema. En ocasiones, la publicación de normas y protocolos no ha producido el cambio de mentalidad necesario para combatir los abusos.
Pero, en vísperas del encuentro deseado por el Papa, no se puede hablar
de "año cero" en el compromiso de la Iglesia con la protección de los
menores.
Las primeras medidas: Canadá, EEUU, Irlanda y Australia
Una de las primeras Conferencias Episcopales del mundo en emitir
directivas sobre la violencia sexual contra menores en el contexto
eclesiástico es la canadiense, ya en 1987. En 1989, después de que la
opinión pública fuera sacudida repetidamente por los informes de
violencia sexual contra menores por parte de miembros del clero, se creó
un comité ‘ad hoc’ en la Iglesia canadiense, que en 1992 publicó el
documento "Del sufrimiento a la esperanza" que contenía 50 "Recomendaciones" dirigidas a los católicos, obispos y a los responsables de la formación de los sacerdotes.
En los Estados Unidos, la Conferencia Episcopal se ocupa por primera
vez oficialmente de las violencias sexuales sobre menores por parte de
sacerdotes en la Asamblea de junio de 1992, cuando establece “5 principios” a los cuales atenerse.
Entre ellos, “si la acusación es sostenida por pruebas suficientes”, se
establece la pronta remoción del “presunto culpable de sus deberes
ministeriales” y la remisión a “un juicio adecuado e intervención
médica”. A pesar de ello, la difusión del fenómeno en los años sucesivos
y la ineptitud de su gestión, denunciada por una histórica
investigación del Boston Globe, llevó a Juan Pablo II a convocar a los cardenales americanos a Roma en abril del 2002.
En Irlanda, en 1994, la Iglesia estableció el Irish Catholic Bishops'
Advisory Committee on Child Sexual Abuse by Priests and Religious, que
publicó su primer "Final Report" en diciembre del año siguiente. Uno de
los primeros protocolos en el mundo sobre cómo tratar en la diócesis los
casos de pedofilia cometidos por miembros del clero se publica en
Australia. En diciembre de 1996, el documento "Hacia la sanación" fue aprobado para todas las diócesis australianas y entró en vigor en marzo de 1997.
Nuevas normas canónicas: abuso de la "delicta graviora”
Desde el comienzo del siglo XXI, la Santa Sede, gracias sobre todo
a la acción del Cardenal Ratzinger, posteriormente elegido Papa
Benedicto XVI, ha iniciado y completado una profunda renovación de las
normas canónicas para intervenir en los casos de abusos,
actualizando las penas, los procedimientos y las competencias. En 2001,
el Motu proprio Sacramentorum sanctitatis tutela di Giovanni Paolo II
incluyó el delito de abuso sexual de menores por un clérigo entre los
llamados "delitos más graves", cuyo tratamiento estaba reservado a la
Congregación para la Doctrina de la Fe.
En 2010, Benedicto XVI hizo que la misma Congregación publicara las nuevas "Reglas sobre los delitos más graves"
que agilizan los procedimientos al introducir el "decreto
extrajudicial", que duplica el tiempo de prescripción de diez a veinte
años e introduce el delito de "pornografía infantil". En el mismo año en
Alemania, donde ya se habían publicado las primeras "Directrices" sobre
el tema en 2002, la explosión del caso del Colegio "Canisio" de los
jesuitas en Berlín llevó a la Conferencia Episcopal a renovarlas,
aumentando la colaboración con las autoridades.
En 2009 en Irlanda, después de años de trabajo de comisiones
gubernamentales específicas, se publicaron el Informe Ryan sobre el
abuso en el sistema escolar y el Informe Murphy sobre el abuso infantil,
durante 30 años, por parte de miembros de la Arquidiócesis de Dublín.
El vasto eco de los informes, que ponen de manifiesto las carencias con
las que la Iglesia ha tratado los casos de abusos, llevó a Benedicto
XVI a convocar a los obispos irlandeses a Roma; luego, en marzo de 2010,
a publicar una "Carta Pastoral" dirigida a todos los católicos del país
-en la que pedía que se tomaran medidas verdaderamente evangélicas,
justas y eficaces en respuesta a esta traición de la confianza- y a
organizar una Visita Apostólica al país, de noviembre de 2010 a marzo de
2012. Desde 2008, Benedicto XVI se reúne regularmente con las víctimas
de abusos durante sus viajes apostólicos a los Estados Unidos,
Australia, Gran Bretaña, Malta y Alemania. Lo mismo hará después el
Papa Francisco con reuniones privadas recurrentes en su residencia de
Santa Marta.
La petición de "Directrices" para las Conferencias Episcopales
Otro paso fundamental en este proceso es la publicación en mayo de
2011, por parte de la Congregación para la Doctrina de la Fe, de una
circular en la que se pide a todas las Conferencias Episcopales que
elaboren "Líneas directrices" para el tratamiento de los casos de abusos y de asistencia a las víctimas,
y que orienten sobre el tema con el fin de armonizar la acción de las
diócesis de la misma región. El texto afirma que la responsabilidad de
tratar los crímenes de abuso sexual infantil por parte de los clérigos
recae principalmente en el obispo diocesano.
El Simposio en la Gregoriana
Precisamente para ayudar a las Conferencias Episcopales y a las
Congregaciones Religiosas a preparar adecuadamente las "Directrices", la
Santa Sede animó a la organización del Simposio Internacional "Hacia la
sanación y la renovación" que tuvo lugar en la Pontificia Universidad
Gregoriana en febrero de 2012. El encuentro, que tenía el mismo objetivo
"mundial" que el de febrero de 2019, reúne a representantes de 110 Conferencias Episcopales y a Superiores de 35 Institutos religiosos.
Durante el Simposio se anunció el nacimiento en la Pontificia
Universidad Gregoriana del Centro de Protección de Menores, dirigido por
el P. Zollner, con el objetivo de formar personal especializado en la
prevención de abusos.
La nueva Comisión Pontificia
El primer paso importante para prevenir y combatir el abuso bajo el
pontificado del Papa Francisco es el establecimiento en diciembre de
2013 de la nueva Comisión Pontificia para la Protección de los Niños.
Establecer un modelo para las "Directrices", organizar cursos para
obispos recién nombrados y proponer una Jornada de Oración por las
víctimas de abusos son algunos de los frutos de su trabajo.
Las innovaciones canónicas, regulaciones y procedimientos en el campo
del abuso, también son introducidas por el Papa Francisco. Una primera vez en junio de 2016, con el Motu proprio "Como una madre amorosa",
sobre la cuestión de la responsabilidad de las autoridades
eclesiásticas, que establece la destitución de los obispos 'negligentes'
en la gestión del abuso sexual a menores según los procedimientos
canónicos previstos.
El Papa solicitó la ayuda del cardenal Seán O'Malley, al que
nombró presidente de la Pontificia Comisión para la Protección de
Menores
En noviembre de 2014, un "Rescripto" del Papa establece, en el
seno de la Congregación para la Doctrina de la Fe, un Colegio para el
examen de los recursos eclesiásticos para los juicios sobre los
"crímenes más graves", confiado al Arzobispo Scicluna. El objetivo es garantizar un examen más rápido de los casos de abuso infantil.
Para subrayar cómo el compromiso de la Iglesia con la protección de
los menores se mueve en una perspectiva no sólo interna sino también de
colaboración con toda la sociedad, el Papa Francisco, en octubre de 2017, apoya y promueve el Congreso Internacional Dignidad Infantil en el Mundo Digital organizado en la Pontificia Universidad Gregoriana.
Lucha contra el abuso y el clericalismo
Durante su visita apostólica a Chile en enero de 2018, el Papa
Francisco tuvo que afrontar directamente el escándalo de las divisiones
creadas en la Iglesia local por la historia del sacerdote Fernando
Karadima, declarado culpable de abusos por la Santa Sede en 2011.
Después de una investigación confiada en febrero a Mons. Scicluna, el
Papa escribió a los obispos chilenos en abril reconociendo "graves errores de valoración y percepción de la situación por falta de información veraz".
Luego, en mayo, convocó a todo el episcopado chileno a Roma, para una
reunión que culminó con el ofrecimiento de la renuncia de todos los
obispos al Papa. Sólo algunas serán aceptadas.
En este contexto, nacen los más recientes documentos pastorales
dedicados por el Papa al tema. La "Carta al Pueblo de Dios que peregrina
en Chile" de mayo de 2018, en la que Francisco agradeció a las víctimas
de abusos su valentía y pidió el compromiso de todo el pueblo de Dios
para combatir el clericalismo en la raíz de los abusos. De nuevo, en la
"Carta al Pueblo de Dios" de agosto de 2018, Francisco relaciona el
abuso sexual, el abuso de poder y el abuso de conciencia y afirma que
decir no al abuso es decir no al clericalismo. En su viaje a Irlanda
para el Encuentro Mundial de las Familias del mismo mes, Francisco habló
de "la incapacidad de las autoridades eclesiásticas para hacer frente adecuadamente a estos crímenes repugnantes", que "con razón suscitó indignación y sigue siendo causa de sufrimiento y vergüenza para la comunidad católica".
Finalmente, en el documento pastoral más reciente sobre el tema, la "Carta a los obispos estadounidenses" de enero de 2019,
el Papa afirma que la herida en la credibilidad causada por los abusos
requiere no sólo una nueva organización, sino también "la conversión de
nuestras mentes, de nuestra forma de orar, de administrar el poder y el
dinero, de vivir la autoridad".
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