El Papa Francisco ha dedicado su primera audiencia pública del año 2019, este miércoles, a continuar su catequesis sobre el Padrenuestro, que es una enseñanza sobre cómo orar.
Ha animado a rezar hablando con Dios como un hijo habla con su padre, siempre sabiendo que la vida cristiana está orientada a cumplir los consejos de las Bienaventuranzas, que enseñan cómo vivir.
“Continuamos con la catequesis del Padre nuestro, y hoy nos fijamos
en el contexto donde el evangelista Mateo coloca esta oración, que es el
discurso de la Montaña. Ese relato que comienza con las Bienaventuranzas resume la enseñanza de Jesús
y se abre precisamente invirtiendo las categorías humanas corrientes,
llamando dichosos a unas personas que ni entonces ni ahora tenían gran
prestigio en la sociedad, pero que son capaces de amar, de trabajar por
la paz y, por ello, de ser constructores del reino”, explicó el
Pontífice en su catequesis.
El Sermón de la Montaña y el amor generoso
La construcción del Reino de Dios, explicó, se describe en el Sermón de la Montaña.
En él, “Jesús condensa los aspectos fundamentales de su mensaje. El
comienzo es como un arco decorado festivamente: las Bienaventuranzas.
Jesús corona con alegría una serie de categorías de personas que en su
tiempo -¡pero también en el nuestro! - no eran muy apreciados. Bienaventurados los pobres, los mansos, los misericordiosos, los humildes de corazón... Es la revolución del Evangelio.
Todos los que son capaces de amar, los pacificadores que hasta entonces
habían quedado al margen de la historia, son los constructores del
Reino de Dios”.
De este portal de entrada, que invierte los valores de la historia, explicó el Papa Francisco, surge la novedad del Evangelio. La Ley no debe ser abolida, sino que necesita una nueva interpretación que la devuelva a su significado original.
“Si una persona tiene un buen corazón, predispuesto a amar, entonces
entiende que cada palabra de Dios debe encarnarse hasta sus últimas
consecuencias. El amor – subrayó el Pontífice – no tiene fronteras: se
puede amar al cónyuge, al amigo y hasta al enemigo con una perspectiva
totalmente nueva: Pero yo les digo: amen a sus enemigos y oren por los
que los persiguen, para que sean hijos de vuestro Padre que está en los
cielos; él hace salir su sol sobre los malos y los buenos, y hace llover
sobre los justos y los injustos”.
Hijos de un mismo Padre
Es este es el gran secreto que está en la base de todo el discurso de
la montaña, señaló el Papa Francisco: sean hijos de vuestro Padre que
está en los cielos. “Aparentemente estos capítulos del Evangelio de
Mateo parecen ser un discurso moral, parecen evocar una ética tan
exigente que parece impracticable, y en cambio descubrimos que son sobre
todo un discurso teológico. El cristiano no es aquel que se compromete a
ser mejor que los demás: sabe que es un pecador como todos los demás. El cristiano – precisó el Pontífice – es simplemente el hombre que está ante la nueva Zarza Ardiente, la revelación de un Dios que no lleva el enigma de un nombre impronunciable, sino que pide a sus hijos que lo invoquen con el nombre de ‘Padre’,
que se dejen renovar por su potencia y que reflejen un rayo de su
bondad para este mundo tan sediento de bien, tan esperanzado de buenas
noticias”.
Oración interior y de conciencia
El Santo Padre también señala que, Jesús introduce la enseñanza de la
oración del Padre Nuestro, distanciándose de dos grupos en su tiempo.
Ante todo, los hipócritas: “No sean como los hipócritas que, en las
sinagogas y en los rincones de las plazas, aman orar de pie para que el
pueblo los vea” (Mt 6,5). Hay personas que son capaces de tejer oraciones ateas, sin Dios: lo hacen para ser admiradas por los hombres.
La oración cristiana, en cambio, afirmó el Pontífice, no tiene otro
testimonio creíble que la propia conciencia, donde se entrelaza
intensamente un diálogo continuo con el Padre: “Cuando ores, entra en tu
habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en secreto” (Mt
6,6).
Una oración silenciosa
Finalmente, el Papa Francisco precisó que, Jesús se distanció de la
oración de los paganos, que oraban con tantas palabras y creían ser
escuchados por el poder de las palabras. “Aquí quizás Jesús alude a esa ‘captatio benevolentiae’
que era la premisa necesaria de tantas oraciones antiguas: la divinidad
tenía que estar de alguna manera calmada por una larga serie de
alabanzas. Tú, en cambio – dice Jesús – cuando ores, dirígete a Dios
como un hijo a su padre, que sabe lo que necesita antes de pedirlo.
Podría ser también una oración silenciosa, el Padre Nuestro: basta al
final con ponerse bajo la mirada de Dios, recordar su amor de Padre, y
esto es suficiente para ser escuchados”.
Antes de concluir su catequesis y saludando cordialmente a los
peregrinos de lengua española, en modo particular a los grupos
provenientes de España y América Latina, el Papa Francisco les dijo: “Los animo a que mantengan siempre abierto ese canal de comunicación con Dios, pues él los ama, los espera
y no quiere nada más que darles su amor. Les deseo a ustedes y a sus
familias un año nuevo lleno de la cercanía y de la ternura de Dios”.
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