San Roberto Belarmino
Sus "Controversias" contra luteranos y calvinistas fueron best-seller en el siglo XVI
San Roberto Belarmino, obispo y doctor de la Iglesia, miembro de la Orden de la Compañía de Jesús, que intervino de modo conspicuo, con sutiles y peculiares aportaciones, en las disputas teológicas de su tiempo. Fue cardenal, y durante algún tiempo también obispo entregado al ministerio pastoral de la diócesis de Capua, en Italia. Finalmente, desempeñó en la Curia romana múltiples actividades relacionadas con la defensa doctrinal.
Sus "Controversias" contra luteranos y calvinistas fueron best-seller en el siglo XVI
San Roberto Belarmino, obispo y doctor de la Iglesia, miembro de la Orden de la Compañía de Jesús, que intervino de modo conspicuo, con sutiles y peculiares aportaciones, en las disputas teológicas de su tiempo. Fue cardenal, y durante algún tiempo también obispo entregado al ministerio pastoral de la diócesis de Capua, en Italia. Finalmente, desempeñó en la Curia romana múltiples actividades relacionadas con la defensa doctrinal.
San Roberto nació en Monteluciano, Toscana (Italia), en 1542. Su
madre era hermana del Papa Marcelo II. Desde niño dio muestras de poseer
una inteligencia superior a la de sus compañeros y una memoria
prodigiosa. Recitaba de memoria muchas páginas en latín, del poeta
Virgilio, como si las estuviera leyendo. En las academias y discusiones
públicas dejaba admirados a todos los que lo escuchaban.
El rector del colegio de los jesuitas en Monteluciano dejó escrito:
“Es el más inteligente de todos nuestros alumnos. Da esperanza de
grandes éxitos para el futuro”. Uno de los peores sufrimientos de San
Roberto durante toda la vida fue su mala salud. En él se cumplía lo que
deseaba San Bernardo cuando decía: “Ojalá que los superiores tengan una
salud muy deficiente, para que logren comprender a los débiles y
enfermos”.
Cada par de meses tenían que enviar a Roberto a las montañas a
descansar, porque sus condiciones de salud eran muy defectuosas. Pero no
por eso dejaba de estudiar y de prepararse. Era el predicador preferido
por los universitarios en Lovaina, París y Roma. Profesores y
estudiantes se apretujaban con horas de anticipación junto al sitio
donde él iba a predicar.
Los templos se llenaban totalmente cuando se anunciaba que era el
Padre Belarmino el que iba a predicar. Hasta se subían a las columnas
para lograr verlo y escucharlo. Después de haber sido profesor de la
Universidad de Lovaina y en varias ciudades más, fue llamado a Roma,
para enseñar allá y para ser rector del colegio mayor que los Padres
Jesuitas tenían en esa capital. Y el Sumo Pontífice le pidió que
escribiera un pequeño catecismo, para hacerlo aprender a la gente
sencilla.
Escribió entonces el Catecismo Resumido, el cual ha sido traducido a
55 idiomas, y ha tenido 300 ediciones en 300 años (una por año) éxito
únicamente superado por la S. Biblia y por la Imitación de Cristo. Luego
redactó el Catecismo Explicado, y pronto este su nuevo catecismo estuvo
en las manos de sacerdotes y catequistas en todos los países del mundo.
Durante su vida logró ver veinte ediciones seguidas de sus preciosos
catecismos. Se llama controversia a una discusión larga y repetida, en
la cual cada contendor va presentando los argumentos que tiene contra el
otro y los argumentos que defienden lo que él dice. Los protestantes
(evangélicos, luteranos, anglicanos, etc.) habían sacado una serie de
libros contra los católicos y estos no hallaban cómo defenderse.
Entonces el Sumo Pontífice encomendó a San Roberto que se encargara en
Roma de preparar a los sacerdotes para saber enfrentarse a los enemigos
de la religión. El fundó una clase que se llamaba “Las controversias”,
para enseñar a sus alumnos a discutir con los adversarios.
Y pronto publicó su primer tomo titulado así: “Controversias”. En ese
libro con admirable sabiduría, pulverizaba lo que decían los
evangélicos y calvinistas. El éxito fue rotundo. Enseguida aparecieron
el segundo y tercer tomo, hasta el octavo, y los sacerdotes y
catequistas de todas las naciones encontraban en ellos los argumentos
que necesitaban para convencer a los protestantes de lo equivocados que
están los que atacan nuestra religión.
San Francisco de Sales cuando iba a discutir con un protestante
llevaba siempre dos libros: La S. Biblia y un tomo de las Controversias
de Belarmino. En 30 años tuvieron 20 ediciones estos sus famosos libros.
Un librero de Londres exclamaba: “Este libro me sacó de pobre. Son
tantos los que he vendido, que ya se me arregló mi situación económica”.
Los superiores Jesuitas le encomendaron que se encargara de la
dirección espiritual de los jóvenes seminaristas, y San Roberto tuvo la
suerte de contar entre sus dirigidos, a San Luis Gonzaga. Después cuando
Belarmino se muera dejará como petición que lo entierren junto a la
tumba de San Luis, diciendo: “Es que fue mi discípulo”. En los últimos
años pedía permiso al Sumo Pontífice y se iba a pasar semanas y semanas
al noviciado de los Jesuitas, y allá se dedicaba a rezar y a obedecer
tan humildemente como si fuera un sencillo novicio.
En la elección del nuevo Sumo Pontífice, el cardenal Belarmino tuvo
14 votos, la mitad de los votantes. El rezaba y fervorosamente a Dios
para que lo librara de semejante cargo tan difícil, y fue escuchado.
Poco antes de morir escribió en su testamento que lo poco que tenía se
repartiera entre los pobres. Que sus funerales fueran de noche (para que
no hubiera tanta gente) y se hicieran sin solemnidad.
Pero a pesar de que se le obedeció haciéndole los funerales de noche,
el gentío fue inmenso y todos estaban convencidos de que estaban
asistiendo al entierro de un santo. Murió el 17 de septiembre de 1621.
Su canonización se demoró mucho porque había una escuela teológica
contraria a él, que no lo dejaba canonizar. Pero el Sumo Pontífice Pío
XI lo declaró santo en 1930, y Doctor de la Iglesia en 1931.
Artículo originalmente publicado por evangeliodeldia.org
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