La Biblia enseña que los cristianos deberían reunirse, no sólo para escuchar la palabra de Dios y comer el Pan de Vida, sino también en reuniones que sirvan para animarse unos a otros.
En Hebreos 10, 24-25 leemos: "miremos los unos por los otros para estimularnos en el amor y en las obras buenas; no abandonéis vuestras reuniones, como algunos hacen; por el contrario, animaos unos a otros".
¿No basta con la misa?
¿Es la misa dominical un encuentro que sirve para "animarse unos a otros" y para "estimularnos unos a otros en obras buenas"?
Sin duda la misa tiene elementos que representan y simbolizan algo de
eso, pero a nivel psicológico no funciona como ánimo mutuo. En misa el
cura puede exhortar algo en la homilía y la gente escucha la Palabra,
pero en misa no hay en realidad un "animarse unos a otros", no
hay unos iguales que se apoyan y consuelan mutuamente. El consuelo y
ánimo en la misa, cuando llega, viene directamente de Dios, del
sacramento y de la Palabra.
Parece, por lo tanto, que para cumplir lo que pide Hebreos 10, 24-25 (lo que hacían los cristianos antiguos) es necesario que haya otras reuniones adicionales, distintas a la misa, a las que vayan los cristianos, frecuentes ("no las abandonéis, como hacen algunos") y en la que unos y otros se animen mutuamente.
Tener grupos pequeños: donde te conocen y aprecian
Marcel LeJeune, presidente de Catholic Missionary Disciples (catholicmissionarydisciples.com),
un apostolado católico para formar evangelizadores, que ha trabajado
muchos años en evangelización universitaria, considera que esto puede
cumplirse de forma eficaz en grupos pequeños donde la gente conocerá a su hermano, donde se creará verdadera fraternidad y habrá voluntad evangelizadora.
Pueden ser sistemas de células de evangelización parroquial, u otros grupos pequeños de oración y profundización, con entre 6 y 20 hermanos. En grupos así la gente sabe los nombres de los miembros, quién pasa dificultades, quién tiene un pariente enfermo, una tristeza, y se apoyan unos a otros.
Pero esos grupos pequeños, para ayudar a la Iglesia y prosperar en una parroquia, deben tener 5 elementos esenciales, explica en su blog.
5 elementos para que los grupos pequeños crezcan y beneficien a la parroquia
1. Tener clara la visión: saber para qué es el grupo pequeño
Cada responsable de grupo pequeño o célula ha de saber muy bien para qué es el grupo y ha de saber comunicarlo a los miembros actuales
y a los futuros. Si la visión del grupo es que sea evangelizador, debe
ser capaz de formar evangelizadores, y de formar formadores de
evangelizadores. Y saber que esa es su función.
2. Para hacer discípulos, el grupo ha de querer hacer discípulos
Un grupo que quiera ser de discipulado (cristianos a los pies de
Jesús, que quieren conocerle mejor y servirle mejor) deben buscar eso
intencionalmente. Debe hacer preguntas sobre discipulado: ¿quién se ha
convertido en discípulo de Cristo a través del grupo? ¿Cómo lo hace? "Si
no sabes como cumplir el mandato de Cristo de 'id y haced discípulos'
probablemente no estás cumpliéndolo", avisa LeJeune. Un dscípulo tiene fe, sabe por qué tiene fe, sabe cómo hablar de su fe, explicarla y compartirla, sabe dar su testimonio, y rinde cuentas ante alguien. Todo eso es intencionalidad y así da fruto.
3. El grupo anima a la conversión
El grupo ha de ayudar a los miembros a orientar su corazón y su vida
entera hacia Dios, es decir, ha de ayudar a la conversión real,
cotidiana, en la vida. No se trata de dar "información" a los miembros, sino de que su vida se transforme
en clave cristiana. "Esto no pasará a menos que abramos nuestros
corazones, mediante la oración, y permitamos al Espíritu Santo operar en
nosotros".
4. Estos grupos han de suscitar relaciones sinceras, incluso vulnerables
Las personas que se aman pueden mostrarse vulnerables entre ellas,
admitir sus debilidades porque saben que están en un entorno seguro. "¡Miradlos cuánto se aman!",
es la señal del discípulo cristiano. Por lo general, no nos sentimos
cómodos admitiendo nuestras debilidades ante otros, pero para crecer
espiritualmente es importante la humildad, y no vivir fingiendo una
fuerza que no tenemos. "Orar juntos, hacernos preguntas duras, rendir cuentas unos ante otros, tener paciencia
con el grupo y sus individuos, son claves para construir en esta
vulnerabilidad". Y así se tienden lazos fuertes, humanos y sinceros
entre sus miembros.
5. Esos grupos se han de poder reproducir: hay métodos que ayudan
Para que los cristianos de estos grupos crezcan en la fe,
probablemente necesitarán una metodología, un discipulado con pasos
establecidos... y esa metodología ha de poder aplicarse a más grupos y
más parroquias, para poder multiplicarse. "Para poder hacer el proceso
de evangelización [a alejados] y discipulado [a los ya practicantes]
reproducible en otros, sin necesidad de líderes cristianos muy expertos
que se dediquen a ello, se necesitan métodos y procesos sencillos y reproducibles que unos puedan enseñar a otros".