Dios es todopoderoso y puede hacer cosas tan asombrosas como dar cordura a los dirigentes políticos en plena crisis por el referéndum catalán. Y más aún si se pide a través de la Virgen de la Merced, patrona de los que están presos, también de los que encasillan su pensamiento.

El cardenal de Barcelona, Juan José Omella, ha publicado una carta al acercarse las fiestas de la Virgen de la Merced, patrona de la ciudad, que se celebra este domingo 24.

Normalmente los políticos acuden o envían representantes a la misa de la Merced, pero Ada Colau ya hace dos años que se ha negado a asistir o a enviar una representación municipal. Más aún, pese a que hay un protocolo municipal que pide incluir la misa en los folletos y programaciones oficiales de la fiesta, el Ayuntamiento controlado por Colau se niega a hacerlo.
Confiar en Dios... y pensar bien del otro
La primera mitad de la carta del cardenal, como es habitual en esta fiesta, habla de esta Virgen y de los mercedarios, rescatadores de esclavos y presos. La segunda mitad anima a confiar en Dios y a evitar "la confrontación, la violencia, el desprecio a los demás" en las actuales circunstancias de Cataluña. 

Mientras media Cataluña se pregunta, con cierto temor, hasta dónde puede llegar la otra media y ve a sus vecinos alborotarse con límites poco claros, el cardenal anima a todos a pensar bien del prójimo. "La esperanza nos lleva a confiar, a esperar, también en los hermanos, los hombres. A veces se oyen voces que nos llevan a desconfiar de todos, a encasillar a todos y a no creer que puedan cambiar y ser mejores".

Claro que el párrafo puede aplicarse también a la actitud de muchas personas respecto a los exconvictos.

"Evitar confrontación, violencia, desprecio a los demás"
"Sé que estamos viviendo momentos complejos en nuestro país. No podemos ni debemos ser agoreros de calamidades. Debemos trabajar todos para poner ternura y misericordia a nuestro alrededor. Debemos evitar la confrontación, la violencia, el desprecio a los demás. Pidamos a la Virgen de la Merced que nos ayude a mantener firme nuestra esperanza también en las personas que nos rodean", escribe el cardenal de Barcelona, como animando a los barceloneses de distintas tendencias a no pensar mal unos de otros.

Y, como quien pide un gran milagro, añade: "Pidamos cordura para nosotros y nuestros dirigentes, para las familias y los pastores de la Iglesia. Dios lo puede todo".

Por último, el cardenal pide: "Recemos especialmente por las personas privadas de libertad que están en las cárceles y por sus familiares". Podría parecer en estos días que se refiere a los políticos detenidos por su implicación en el referéndum ilegal, acusados de malversación. Pero para el domingo ya estarán todos o casi todos libres y la petición parece más bien la misma que harán las parroquias de muchos países al ser la Merced patrona de los presos. 

Texto completo de la carta dominical del cardenal Omella
Misericordia y esperanza
Celebramos la fiesta de nuestra patrona, la Virgen de la Merced, que significa Misericordia. ¡Qué bella advocación, qué bello título! Nuestro mundo está muy necesitado de misericordia, de comprensión y de ternura, hasta el punto de que sin ella difícilmente caminaremos por la senda del bien.

Me sorprende y me duele mucho, por ejemplo, constatar que cada día hay más niños y jóvenes que viven crispados, tensos, con mucha agresividad en su interior. Son muchos los casos, demasiados, en los que determinadas decisiones de sus padres les llegan a abrir duras heridas, difíciles de cerrar y de cicatrizar. La ruptura familiar produce mucho dolor, y los chavales no han podido vivir en un clima de paz el amor, la ternura, la misericordia.

El próximo año 2018 celebraremos el 800 aniversario de la fundación de la Orden de la Merced por san Pedro Nolasco en la ciudad de Barcelona. Cuando Pedro Nolasco y los mercedarios rescataban a los esclavos les mostraban la ternura de una comunidad, de unas familias que los acogían y ese amor les daba esperanza. El amor engendra esperanza. Por eso, a la Virgen también le damos el bello título de Madre de la Esperanza.

La verdadera esperanza tiene su fundamento en Dios. Si no es así, si no se fundamenta en Dios, acaba por derrumbarse porque, al final, uno descubre que tarde o temprano los seres humanos fallamos. Sin embargo, nuestra experiencia como creyentes nos enseña que Dios no nos falla nunca. Él es esencialmente fiel. Fiel a sí mismo, fiel a las promesas, fiel a los humanos creados a su imagen y semejanza. Él tarda más o menos en cumplir sus promesas, pero las cumple siempre y en ello se fundamenta la esperanza.

Hermanos, no perdamos la esperanza en Dios. Él cumple siempre sus promesas y no abandona a su pueblo que confía en Él. Eso es lo que nos enseña la Virgen de la Merced, nuestra patrona. Ella confió siempre en el Amor bondadoso del Señor. La esperanza nos lleva a confiar, a esperar, también en los hermanos, los hombres. A veces se oyen voces que nos llevan a desconfiar de todos, a encasillar a todos y a no creer que puedan cambiar y ser mejores. Dios siempre confía en el ser humano. Confía en cada uno de nosotros y espera siempre nuestra conversión a Él.

Sé que estamos viviendo momentos complejos en nuestro país. No podemos ni debemos ser agoreros de calamidades. Debemos trabajar todos para poner ternura y misericordia a nuestro alrededor. Debemos evitar la confrontación, la violencia, el desprecio a los demás. Pidamos a la Virgen de la Merced que nos ayude a mantener firme nuestra esperanza también en las personas que nos rodean. Pidamos cordura para nosotros y nuestros dirigentes, para las familias y los pastores de la Iglesia. Dios lo puede todo. Confiemos en su ayuda.

Recemos especialmente por las personas privadas de libertad que están en las cárceles y por sus familiares, ya que la Virgen de la Merced es también la patrona de los reclusos. Que santa María nos mantenga firmes en la fe y nos haga testigos de esperanza en medio de nuestro mundo, a pesar de todas las dificultades y problemas que encontremos.

† Cardenal Juan José Omella
Arzobispo de Barcelona


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