El campesino preguntó:
– ¿Qué sucedió, hermano, ¿por qué lloras?
El hermano – san Francisco – respondió:
– Hermano mío, mi Señor está en la Cruz y preguntas ¿por qué lloro? Quisiera ser en este momento el mayor océano de la tierra, para tener todas esas lágrimas. Quisiera que se abrieran al mismo tiempo todas las compuertas del mundo y se soltaran las cataratas y diluvios para que me prestaran más lágrimas.

Pero aunque juntemos todos los ríos y mares, no habrían lágrimas suficientes para llorar el dolor y el amor de mi Señor crucificado. Quisiera tener las alas invencibles de un águila para atravesar las cordilleras y gritar sobre las ciudades: ¡el Amor no es amado! ¡El Amor no es amado! ¿Cómo es que los hombres se pueden amar unos a otros si no aman el Amor?
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Ignacio Larrañaga, en “Hermano de Asís”, una biografía del Poverello de Asís
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