Reina de Alemania (c.a. 890-968) Hija de
Teodorico, conde sajón, nació en Wesfalia alrededor del año 890. Se
educó en el monasterio de Herford. Sus padres la casan en el año 909 con
Enrique el Pajarero - llamado con este apodo por su afición a la caza
con halcones - duque de Sajonia. A la muerte de Conrado, es elegido
Enrique rey de Alemania en el 919. Es un buen príncipe con sus súbditos y
añade a sus territorios Baviera después de conquistarla.
Matilde se ha hecho una reina piadosa y caritativa. Está como alejada
de las vanidades de la corte; día y noche reza; conocen los palaciegos
sus costumbres. Gran parte de su tiempo está ocupada con atención a los
desvalidos; visita a los enfermos e intenta dar consuelo a afligidos. Y
esto lo sabe, aprueba y apoya su marido. Así transcurrieron sus 23 años
de matrimonio hasta el año 936 en que muere Enrique. Después de la
muerte del esposo, entrega sus joyas a los pobres, significando la total
ruptura con la pompa del mundo. El matrimonio ha tenido tres hijos:
Otón, emperador de Alemania en el 937 a la muerte de su padre y luego de
Roma en el 962 después de haber vencido a los bohemios y lombardos;
Enrique, duque de Baviera y san Bruno, arzobispo de Colonia.
Sufrió las tensiones y luchas entre sus hijos Otón y Enrique por el
poder y hasta tuvo que soportar la amargura de la conspiración contra
ella por parte de sus hijos que la acusaron injustamente de dilapidar
los bienes del Estado. Es su época de restaurar iglesias y fundar
monasterios; sobresalen sobre todos el de Polden, en el ducado de
Brunswich, que llega a albergar para Dios a trescientos monjes, y el de
Quedlimburgo, en Sajonia, donde murió y reposan sus restos junto a los
de su marido que allí los trasladó. Antes de morir en el año 968, quiso
hacer humilde confesión pública de sus pecados ante los monjes del
lugar.
Oremos
Concédenos, Señor, un conocimiento profundo y un amor intenso a tu
santo nombre, semejantes a los que diste à Santa Matilde, para que así,
sirviéndote con sinceridad y lealtad, a ejemplo suyo también nosotros te
agrademos con nuestra fe y con nuestras obras. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo.
Artículo publicado originalmente por evangeliodeldia.org
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