“Hay un fenómeno muy feo en estos tiempos que me preocupa en el ámbito de la educación: El bullying. ¡Por favor tengan cuidado!”, dijo el papa Francisco a miles de chicos que han hecho la confirmación reunidos en el Estadio Meazza-San Siro durante su visita apostólica a la ciudad de Milán este sábado 25 de marzo de 2017.
El Pontífice advirtió a los chicos y chicas sobre las consecuencias del bullying (bulismo) o la intimidación. ¿Conocen al alguien que ha sido víctima de burla o maltrato en su escuela, en su barrio porque tiene ese o aquel defecto o porque es gordo o flaco?, preguntó. ¿Y a ustedes les gusta avergonzarlos y también pegarle por esto, piensen? ¡Esto se llama bullying!”
Los chicos iban a aplaudir cuando Francisco solemne les detuvo: “No, no, no he terminado” y el Estadio guardo silencio de nuevo. “Por el sacramento de la confirmación hagan la promesa de jamás permitir que se haga esto en su colegio o en su escuela o en su barrio. ¿Entendido?”, dijo con vehemencia y voz solemne arrancando los aplausos de las 75.000 personas presentes en las gradas.

Por otro lado, a los 45 mil chicos y chicas que recibieron la confirmación en 2017 en la diócesis de Milán, acompañados por sus padres y catequistas les pidió: “Prométanme hoy que jamás intimidarán a otro compañero”. El Papa no está contento con la respuesta: “¡Sí!”, gritaron. Luego les pidió más entusiasmo para prometer a Jesús de jamás cometer bullying!. “Gracias y que el Señor los bendiga”, exclamó.

El recuerdo del Papa de su confirmación
En otro momento, Francisco rememoró su infancia. Un niño del público preguntó a Jorge Mario Bergoglio: ¿quien le ha ayudado a crecer en la fe?. Y respondió: “Los abuelos”, sin penarlo mucho.

“¿Cómo padre, cómo pueden hacer crecer la amistad en Jesús los abuelos que son viejos, que no saben usar el computador, no saben usar el móvil?”, interrogó a los chicos.

El abuelo era carpintero como Jesús, rememoró. “El abuelo me enseñó a no ir a la cama sin decir una palabra a Jesús. Mi abuela me enseñó a rezar…los abuelos tienen la sabiduría de la vida”.

“Un consejo: hablen con los abuelos. Hagan todas las preguntas que quieran. Escuchen a los abuelos. ¿Entendido?- ‘sí’- se escuchó en coro en el estadio”.

Luego “jugar con los amigos”, “jugar bien, sin insultarnos, pensar que así jugaba Jesús: ¿Pero era Dios, Jesús jugaba? Sí, Jesús jugaba. Nos hace bien jugar con los amigos. Porque cuando el juego es limpio se aprende a respetar a los demás, se aprende a jugar en equipo, a trabajar todos juntos; esto nos une a Jesús, jugar con los amigos”.

¿Pelear con los amigos ayuda a conocer a Jesús? ‘No!!!!’, respondieron los chicos en coro. “Si uno pelea es normal. Pero después pedir disculpas y termina la historia. ¿Claro?”, respondió.

“Una tercera cosa que me ha hecho crecer en la amistad con Jesús es ir a la parroquia, ir al oratorio, reunirme con los otros; es muy importante”, abundó.

¿Les gusta ir a misa?, preguntó. – ‘Si’- dijeron los chicos. “No creo”. ¿les gusta ir a oratorio? – ‘si’- “esto si lo creo”. “Estas tres cosas nos ayudan a rezar y la oración es el hilo que nos une a Jesús”, aseguró Francisco.

¿Saben cuantos sufren los niños de padres separados?
Por otro lado, “les invito a recordar quienes eran las personas que dejaron una huella en su fe. ¿Quien me ha ayudado a creer…la madre, el padre, el abuelo, la catequista, una tía, un cura, un vecino”, expresó el Papa al responder a la pregunta de una pareja con tres hijos, Monica y Alberto, sobre lo difícil que es hablar de la propia fe a los niños.

El Papa instó a pensar en ello a todo un estadio en el escenario de San Ciro, en Milán en su última cita de la jornada. “Yo debo regresar con el pensamiento en Lombardi – un sacerdote de la diócesis de Lodi – un bravo sacerdote que me ha bautizado, algunas veces iba a la iglesia, a veces no, hasta que él me ha acompañado al noviciado – esto lo debo a ustedes lombardos – no me olvido jamás de este sacerdote, era un apóstol del confesionario; misericordioso, bueno y  trabajador. Así me ha ayudado a crecer en la fe”.

El Pontífice explicó el porque de este ejercicio. “Nuestros hijos nos están mirando todo el tiempo; aunque si no nos damos cuenta, ellos nos están mirando todo el tiempo y, mientras tanto aprenden”.

“Los niños nos miran- creo que es el título de una película de Vittorio de Sica del 1943-me gustaría decir que estas películas de después de la guerra han sido una verdadera catequesis de humanidad”, apreció Francisco.

Luego mirando a los padres, aseguró: “no se imaginan el sufrimiento de los niños cuando sus padres pelean. ¡Sufren! Y cuando los padres se separan, la cuenta la pagan ellos. Cuando se trae un hijo al mundo deben tener conciencia de esto. Nosotros tomamos la responsabilidad de hacer crecer a este niño en la fe”.

Francisco exhortó  a los padres a leer la exhortación apostólica, Amoris Laetitia, sobre el amor en el matrimonio – especialmente los primeros capítulos IV capítulos – . Y no olviden cuando un matrimonio pelea, los niños sufren y  no crecen en la fe”.

“Los niños – continuó – conocen nuestras alegrías, nuestras penas y preocupaciones. Se las arreglan para captar todo y se dan cuenta de todo, al igual son muy intuitivos, por eso sacan sus propias conclusiones y sus enseñanzas”, abundó.

Ellos “saben cuándo les hacemos trampas y cuando no. ¡Lo saben, son sagaces! Por lo tanto, una de las primeras cosas que les diría es: cuiden de ellos, cuiden de su corazón, de su alegría y de su esperanza”.

Los “ojos” de sus hijos día a día memorizan y leen con el corazón como la fe es una de los mejores herencias que hemos recibido de sus padres, de sus antepasados. ¡Ellos se dan cuenta!”.

Mostrar “la fe no con una aptitud pesimista, sino una actitud de confianza, este es el mejor testimonio que podemos darles. Hay un dicho: ‘Las palabras se las lleva el viento, pero aquello que se siembra en la memoria y en el corazón se queda por siempre”.

Asimismo, explicó que ir a la misa juntos es una bonita tradición que muchas familias en el mundo comparten. Familias que luego van a un parque, llevan a sus hijos a jugar juntos. Así que la fe se vuelve una necesidad de la familia con otras familias, familias amigas. Esto es bonito y ayuda a santificar el domingo”.

Francisco con ironía: “Sucede que se duerme durante la homilía, pero no sólo, luego hay que ir a jugar juntos”, arrancando los aplausos de la platea.

“Ahora, que empiezan los bonitos días de sol, que pueden ir a un parque a jugar vayan a un parque a jugar y estar juntos”, expresó.

En mi Tierra (Buenos Aires) esto se llama “dominguear“, que significa “pasar el domingo juntos”. “El mejor día para visitar a la familia, para estar relajado”.

Sin embargo, Francisco recordó que muchos padres de familia a veces no tiene ni siquiera el domingo porque deben ir a trabajar para llevar el pan a sus hijos. “Esto se feo”.

Yo siempre pregunto a los padres de familia cuando pierden la paciencia con sus hijos  ¿Cuantos son? ¿Tu juegas con tus hijos? Los padres han perdido la costumbre de perder el tiempo con sus hijos.

Padre yo cuando salgo a trabajar están durmiendo y cuando regreso ya están en la cama: Y esto es feo. Es esta vida que nos quita humanidad. Pero, llévenlo en mente: Jugar con los hijos, perder el tiempo con los hijos y transmitir la fe. ¡Es la gratuidad!.

La educación familiar en la solidaridad. Por último, Francisco pidió de transmitir la fe a través de la solidaridad y con las obras de misericordia. “Me gusta poner el énfasis en la fiesta, en la gratuidad, en la búsqueda de otras familias y vivir su fe como un espacio de disfrute de la familia”.

Entretanto, afirmó: “no hay fiesta sin solidaridad”. Así como no hay solidaridad sin fiesta. Porque cuando uno es solidario es alegre y transmite el gozo”.

El Papa contó una anécdota de una mujer con tres hijos – ella cocinaba la carne – ‘mamá un pobre’ pide de comer. ¿Qué hacemos? ‘¿Le damos o no?’. Entonces, cortamos un la mitad de vuestra carne – ¿Pero, mamá?- Si la mamá enseñó a sus hijos la solidaridad- no la que sobra, sino la que se debe.

Una semana después la mamá fue a hacer las compras. Y dejó a los tres solos. Cuando llegó la mamá ya no habían tres, estaban cuatro…se sumó un indigente que había pedido limosna y lo han hecho entrar; estaban bebiendo juntos café y leche. Esto hace reír un poco. Pero esto es educar a la solidaridad y las obras de misericordia”, explicó.

El Papa recomienda una educación para los niños con la armonía de los tres lenguajes: corazón, mente y manos.

Al final del encuentro, el Pontífice se trasladó al aeropuerto de Milán-Linate para regresar a Roma y al Vaticano.
Aleteia
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