
- Lo supe el primer domingo de Adviento. Me llamó un colaborador del
Papa para darme esta noticia y para avisarme que después el Santo Padre
me iba a llamar.
¿Cómo fue la conversación telefónica con el Papa?
- El Santo Padre fue muy cortés. Le expliqué que tendría alguna dificultad en hablar delante de él y de la Curia romana, le dije también que podría aconsejar a personas más capaces que yo. El Papa me respondió: “Hagamos así, padre Julio. Siga pensando que hay personas más capaces que usted, Pero por favor háganos los Ejercicios”.
- ¿Ya había conocido personalmente al Santo Padre?
- Tuve la suerte de poder saludarlo y abrazarlo, pero no mantuve una
conversación con él. La primera vez cuando vino a Asís encontró a toda
la comunidad franciscana de Santa María de los Ángeles. Después en
Florencia, cuando encontró a los miembros de la junta preparatoria del
Congreso eclesial nacional, de la cual formaba parte. Y la tercera vez
que lo vi fue en noviembre pasado, cuando junto a colegas y docentes de
la Asociación bíblica italiana fuimos recibidos en audiencia en el
Vaticano.
- ¿Qué sensación tuvo en estas tres ocasiones breves?
- Me di cuenta que el Papa no tiene miedo de las miradas, más aún las busca. Para
mi es la mirada de Pedro. De hecho el título del libro que he elegido
para recoger las meditaciones –que será publicado por Ediciones
Porziuncola, después de los Ejercicios– es ‘Estar con Jesús, estar con Pedro‘. Para un franciscano es una experiencia particular.
- Usted indicó que para prepararse mejor a estos Ejercicios se ha retirado unos diez días en Tierra Santa.
- Durante los Ejercicios hablaré también de la humanidad de Jesús. Porque la cruz, la pasión, muerte y sepultura, hablan de la humanidad de Jesús, que debemos redescubrir.
En Cafarnaúm, donde Jesús inició la misión, se pueden encontrar vestigios de las calles que recorrió, del lago que cruzó y de la casa dónde estuvo, la de Simón. Saber que mis pies se encontraban en los mismos lugares cruzados por Jesús fue para mi conmovedor. Hay además un segundo elemento cultural: la idea de que en Tierra Santa a pesar de los conflictos, se acercan visitantes y peregrinos de todo el mundo. Y para nosotros los franciscanos menores es un honor ser custodios de esta tierra.
- Las meditaciones serán sobre la pasión, muerte y resurrección de Jesús de acuerdo al Evangelio de san Mateo, ¿por qué?
- Todos los Evangelios son utilizados en el tiempo de Cuaresma. Recuerdo
que en la liturgia post ambrosiana prevale el Evangelio de Juan, en
cambio en la romana leemos los tres evangelios sinópticos. Yo he elegido Mateo porque es el Evangelio que conozco mejor. He escrito un libro sobre este, pero lo que diré al Papa es completamente nuevo.
- Usted quiso que además de sus reflexiones haya una elaborada por una pareja de esposos, y otra de una monja clarisa de clausura. ¿Por qué?
- Porque desde hace años trabajo con ellos, fue una decisión que hice sin reflexionar mucho. He escrito ocho libros con los esposos Gillini Zattoni. Ellos son expertos en las relaciones matrimoniales.
De la monja clarisa en cambio, leeré una nota que me escribió, porque
dará una contribución femenina y claustral, que yo no lograría dar.
- ¿Usará también otros textos?
- Sí. Tuve la suerte de estudiar literatura, y citaré a Romano Guardini,
Massimo Gramelline, Amos Oz, Emanuel Carrére, también al Franz Kafka. Durante
las refecciones leeremos en cambio una antología de textos marianos y
el libro ‘Un instante antes del alba’, del padre Ibrahim Alsabagh, que cuenta lo que sucedía en la ciudad de Alepo durante la Guerra.
- ¿Cómo se está preparando para esta experiencia?
- Me he detenido algunos días en el lago de Tiberíades, ahora he retornado a mi trabajo como docente. Me preparo por lo tanto como los empeños cotidianos y con la constante oración y la misa.
Entretanto debo confiar que me acompaña una sensación de paz que nunca
percibí antes, la cual creo sea porque muchos amigos están rezando por
mi y por el Papa.
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