En un mensaje publicado en el mismo día en el que un pontífice amante de Twitter recibió al CEO de la Apple, Tim Cook, Francisco afirmó que la tecnología digital e internet podrían ayudar a unir a las personas, pero tienen también el poder de crear heridas profundas, y puso en guardia contra el uso de las redes sociales como base para abusos personales, y contra la naturaleza cada vez más agresiva de buena parte del discurso político.

“Que las palabras y las acciones sean tales que nos ayuden a salir de los círculos viciosos de las condenas y de las venganzas, que siguen atenazando a las personas y las naciones, y que llevan a expresarse con mensajes de odio”, auguró.
El papa exhortó a los políticos y a las personas en posición de poder a “vigilar siempre sobre la forma de expresarse hacia los que piensan o actúan de forma distinta, y también de quienes pueden haberse equivocado”, subrayando la importancia de que cada uno aplique el mismo principio a los encuentros en el ciberespacio, mostrando respeto por “el otro, que no vemos pero que es real, tiene su dignidad y hay que respetarla”.

“No es la tecnología la que determina si la comunicación es autentica o no, sino el corazón del hombre y su capacidad de usar bien los medios a su disposición”, recordó Francisco.

Estos comentarios forman parte del mensaje anual del pontífice para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, que este año subraya el tema de la misericordia:

La comunicación tiene el poder de crear puentes, de favorecer el encuentro y la inclusión, enriqueciendo de este modo la sociedad. Es hermoso ver personas que se afanan en elegir con cuidado las palabras y los gestos para superar las incomprensiones, curar la memoria herida y construir paz y armonía. Las palabras pueden construir puentes entre las personas, las familias, los grupos sociales y los pueblos. Y esto es posible tanto en el mundo físico como en el digital.

Por tanto, que las palabras y las acciones sean apropiadas para ayudarnos a salir de los círculos viciosos de las condenas y las venganzas, que siguen enmarañando a individuos y naciones, y que llevan a expresarse con mensajes de odio. La palabra del cristiano, sin embargo, se propone hacer crecer la comunión e, incluso cuando debe condenar con firmeza el mal, trata de no romper nunca la relación y la comunicación.

Quisiera, por tanto, invitar a las personas de buena voluntad a descubrir el poder de la misericordia de sanar las relaciones dañadas y de volver a llevar paz y armonía a las familias y a las comunidades. Todos sabemos en qué modo las viejas heridas y los resentimientos que arrastramos pueden atrapar a las personas e impedirles comunicarse y reconciliarse. Esto vale también para las relaciones entre los pueblos.

En todos estos casos la misericordia es capaz de activar un nuevo modo de hablar y dialogar, como tan elocuentemente expresó Shakespeare: “La misericordia no es obligatoria, cae como la dulce lluvia del cielo sobre la tierra que está bajo ella. Es una doble bendición: bendice al que la concede y al que la recibe” (El mercader de Venecia, Acto IV, Escena I).

Este pasaje me parece particularmente relevante para tantos que se dedican a la evangelización on-line:

Cómo desearía que nuestro modo de comunicar, y también nuestro servicio de pastores de la Iglesia, nunca expresara el orgullo soberbio del triunfo sobre el enemigo, ni humillara a quienes la mentalidad del mundo considera perdedores y material de desecho. La misericordia puede ayudar a mitigar las adversidades de la vida y a ofrecer calor a quienes han conocido sólo la frialdad del juicio. 

Que el estilo de nuestra comunicación sea tal, que supere la lógica que separa netamente los pecadores de los justos. Nosotros podemos y debemos juzgar situaciones de pecado –violencia, corrupción, explotación, etc.–, pero no podemos juzgar a las personas, porque sólo Dios puede leer en profundidad sus corazones.

(…) Sólo palabras pronunciadas con amor y acompañadas de mansedumbre y misericordia tocan los corazones de quienes somos pecadores. Palabras y gestos duros y moralistas corren el riesgo hundir más a quienes querríamos conducir a la conversión y a la libertad, reforzando su sentido de negación y de defensa.

También los correos electrónicos, los mensajes de texto, las redes sociales, los foros pueden ser formas de comunicación plenamente humanas. No es la tecnología la que determina si la comunicación es auténtica o no, sino el corazón del hombre y su capacidad para usar bien los medios a su disposición.

Las redes sociales son capaces de favorecer las relaciones y de promover el bien de la sociedad, pero también pueden conducir a una ulterior polarización y división entre las personas y los grupos. El entorno digital es una plaza, un lugar de encuentro, donde se puede acariciar o herir, tener una provechosa discusión o un linchamiento moral.
Aleteia

    Web oficial de San Juan de Ávila

    Sobre San Juan de Ávila