“Querido papa Francisco, hice este dibujo pensando que dirás una oración especial para que me cure, pero va a tener que ser larga, hasta que cumpla 28 años. Ahora ya tengo 9”, escribe la niña italiana Mónica de Franciacorta al papa Francisco para encomendar su salud frágil debido a una enfermedad de ‘nombre raro’.

Miles y miles de cartas de este estilo llegan al Vaticano desde los rincones más recónditos del planeta. Cartas escritas especialmente por niños, enfermos, ancianos, amas de casa dirigidas al papa.

Pero, ¿quien lee las montañas de correspondencia que llegan al Palacio Apostólico y la sede de la Secretaría de Estado?
Giuliano Gallorini, Sor Anna y otras dos laicas son los componentes de un pequeño equipo que gestiona la Oficina de Correspondencia, que recibe a diario docenas de sacos llenos de cartas, paquetes, dibujos y objetos.

La escritura epistolar vuelve a tener un significado y más aún es signo de cercanía del pastor con su gente, especialmente desde que Jorge Mario Bergoglio es pontífice.

El papa, después de recibir una carta clasificada como “urgente” por sus colaboradores, alza el teléfono y llama a la persona directamente, o escribe él mismo de su puño y letra como ha ocurrido en diversas ocasiones señaladas por la prensa. Lógicamente no lo puede hacer siempre.

Esta Navidad, una carta muy especial ha conmovido al papa Francisco: un niño escribió al Santo Padre para pedirle que rezara mucho por un familiar muy enfermo.

La sorpresa es que tras unos días, recibió una llamada del Pontífice en persona, informó la parroquia de San Nicola de Bari di Mendicino, en la provincia italiana de Cosenza (Calabria).

Aunque no todas las cartas llegan a su escritorio, todas las cartas dirigidas al Papa reciben una respuesta y un agradecimiento en nombre de Su Santidad y por su voluntad expresa.

Hasta las cartas y postales que son lanzadas al suelo dentro del papamóvil durante las audiencias reciben atención. “Todos deben sentir la cercanía del Papa y de la Iglesia”.

La Oficina de Correspondencia está desbordada. Se calcula que el volumen de cartas ha aumentado de hasta 15 veces en comparación con el año pasado, según el jefe de redacción de la revista católica Familia Cristiana en Italia, Alberto Bobbio.

“Nadie se debe sentir solo o abandonado”, es el lema que mueve las manos y la mente de los encargados por el papa para esta labor. Las personas escriben pidiendo consuelo, oración, ayuda.

En muchos casos, firman ancianos y niños enfermos que piden oraciones, otros manifiestan su dificultad económica.

“Se busca sentir la cercanía del Papa, que recoge su sufrimiento, y su malestar, y que se hace su compañero en la oración”, dijo al Centro Televisivo Vaticano Giuliano Gallorini, jefe de la oficina.

Los niños son los más espontáneos en sus solicitudes. El niño que le pide oración por su papá que está en la cárcel, la niña enferma que le solicita una bendición para alargar su propia vida o el niño de 10 años que está preocupado por las noticias de atentados al Papa: “Espero que no se haya aburrido con esta carta”.

Precisamente, la periodista italiana Alessandra Buzzati, del telediario Tg5, recogió y publicó estos testimonios en el libro Pequeñas cartas a Papa Francisco.

¿Qué pasa con las cartas?

El equipo del Papa selecciona por idiomas el correo, luego sigue la apertura y la lectura. Francisco en persona ha pedido a sus colaboradores que clasifiquen las cartas que suponen un sencillo saludo y las diferencien de aquellas que buscan en él una ayuda concreta o específica.

¿Cuáles son los mensajes que llegan a las manos del Papa? Se trata de los más urgentes, es decir, aquellos en relación a problemas de conciencia o de situaciones particulares.

En esos casos el equipo pasa los mensajes a los secretarios del Pontífice para que el Papa los lea directamente. “Sin duda los lee, los firma, y nos explica cómo debemos responder”, confirma Gallorini.

Hay otros casos en los cuales la correspondencia se pasa directamente a las oficinas de la Caritas diocesana, para que puedan comprobar y actuar en ayuda de la persona o familia que escribe.

Gallorini asegura que es un trabajo de extrema responsabilidad que requiere “leer estas cartas más que con la mente, con el corazón, compartir sus sufrimientos y buscar de encontrar las palabras adaptas para expresar lo que el Papa quiere realmente que se exprese: la cercanía, el compartir…”.
Aleteia
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