El arzobispo de Santiago, monseñor Julián Barrio, aseguró hoy en su homilía de la Misa Crismal que “ante el laicismo actual hemos de ofrecer a todos los hombres el sentido de Dios sin el que ninguna realidad humana es adecuadamente concebida, y afirmar el primado de Cristo viviente para que lo sea todo en todas las cosas”. El arzobispo compostelano presidió hoy en la Catedral compostelana esta ceremonia en la que consagró los Santos Óleos y el Santo Crisma. Monseñor Barrio, a quien acompañaba también el obispo auxiliar, monseñor Jesús Fernández, y el obispo emérito de Tui-Vigo, monseñor José Diéguez Reboredo, indicó en su homilía a los sacerdotes concelebrantes que “la unción para el sacerdote significa también el encargo de ser portador de la misericordia de Dios a los hombres. En la lámpara de nuestra vida nunca debería faltar el óleo de la misericordia. Lo obtenemos encontrándonos con su Palabra, estando en oración junto al Señor y viviendo día a día con hondura espiritual la Eucaristía, sacrificio de Cristo sobre la Cruz”. En la Misa Crismal, acompañan al obispo los sacerdotes del Presbiterio diocesano, como muestra y símbolo de la  comunión de los presbíteros con el pastor de la Archidiócesis.

Con el Santo Crisma consagrado por el Obispo en esta Eucaristía se ungen los recién bautizados, se hace la unción a los que se confirman y se ungen las manos de los presbíteros en su ordenación sacerdotal, la cabeza de los Obispos en su ordenación episcopal y las iglesias y los altares en su dedicación. Por su parte, con el Óleo de los catecúmenos, éstos se preparan y disponen al Bautismo, mientras que con el Óleo de los enfermos, éstos reciben el alivio en su debilidad. La palabra crisma proviene de latín “chrisma”, que significa unción. En la ceremonia litúrgica, además de la consagración de los Santos Óleos y el Crisma, también tiene lugar la renovación de las promesas sacerdotales.
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