
El cardenal hablaba cuando el culto con feligreses permanecía cerrado en Italia, antes de publicarse este jueves un protocolo conjunto, acordado por el Estado y los obispos italianos, para retomar las misas con feligresía, cumpliendo ciertas condiciones.
«Este virus ha significado una tragedia para mucha gente.
Precisamente por esto la Iglesia tiene el deber de ofrecer una visión
del sufrimiento y la existencia humanas en una perspectiva de vida eterna, a la luz de la fe. La suspensión de las misas con el pueblo es abdicar de nuestro deber, es reducir a la Iglesia a las dependencias del Estado. Es inaceptable», consideraba el cardenal alemán.
Insistiendo en esta idea en el marco de las regulaciones italianas
señaló: "Una cosa es tomar medidas cautelares para minimizar los riesgos
de contagio, otra muy distinta es prohibir la liturgia. La Iglesia no es cliente del Estado, y ningún obispo tiene derecho a prohibir la Eucaristía de este modo.
Incluso hemos visto a sacerdotes castigados por sus obispos por haber
celebrado la misa con pocas personas: todo esto significa verse como
funcionarios del Estado. Pero nuestro pastor supremo es Jesucristo, no
Giuseppe Conte. El Estado tiene su tarea y la Iglesia la suya".
Los sacramentos son presenciales.
También ha comentado que los sacramentos, con su realidad corporal y
presencial, no pueden ser sustituidos por medios digitales o de
comunicación a distancia.
"Dios no necesita los sacramentos, somos nosotros los que los necesitamos. Dios ha instituido los sacramentos para nosotros. El matrimonio no funciona sólo espiritualmente, se necesita la unión del cuerpo y el alma. No somos idealistas platónicos, no se puede seguir la misa desde casa, salvo en situaciones particulares. No, hay que ir a la iglesia, reunirse con los demás, comunicar la Palabra de Dios", ha puntualizado en su entrevista telefónica.
Después, critica una contradicción entre quienes usan la Eucarística con motivos de ideología y tacticismo intraeclesial.

Critica también a "obispos, que se autodenominan católicos, que no
comprenden el valor central que tiene la Eucaristía. Es un verdadero
escándalo: son estos los verdaderos rígidos, los verdaderos clericales, no los que se toman en serio la palabra de Jesús y la doctrina de la Iglesia".
Puede leerse en español aquí la entrevista completa a Gerhard Müller en La Brújula Cotidiana.
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