Mis padres me controlan mucho y
no dejan de rallarme. ¡Me agobia que me controlen y que no se fíen de
mí! Yo intento hacer las cosas bien, pero al final me salen mal!”. ¿Y si
le expresas con claridad a tu hijo lo que necesitas o deseas de él?
¡Una sola vez! Así sentirá el espacio de confianza amorosa para hacer lo
que él ya sabe que debe y permiso para equivocarse y rectificar.
Si un padre está obsesionado por saber dónde está su hijo y por
controlar todos sus movimientos, sólo buscará dominar su espacio. De ese
modo no lo educará, no lo fortalecerá, no lo preparará para enfrentar
los desafíos. Lo que interesa sobre todo es generar en el hijo, con
mucho amor, procesos de maduración de su libertad, de capacitación, de
crecimiento integral, de cultivo de la auténtica autonomía (Francisco,
La alegría del Evangelio 261)
La caridad todo lo espera (1 Cor. 13)
pastoralsantiago.es
Foto: Miguel Castaño