- Monseñor Barrio dirige una carta al presbiterio diocesano con motivo de la festividad de San Juan de Ávila, patrono del clero secular

En una carta dirigida a los sacerdotes con motivo de la festividad de
San Juan de Ávila, monseñor Julián Barrio felicita “fraternalmente” a
aquellos sacerdotes que “celebráis las bodas de platino, diamante, oro y
plata”. El arzobispo señala que “otros años, en el día de hoy
estaríamos celebrando como presbiterio la festividad de San Juan de
Ávila, patrono del clero español. También lo hacemos este año aunque no
podamos reunirnos”. El arzobispo, citando la carta del cardenal Stella a
los sacerdotes españoles en la fiesta de San Juan de Ávila, afirma que
“la situación por la que estamos pasando nos ha ayudado a valorar
también la misión sacerdotal, viendo que “todo ser humano necesita,
además de recursos materiales y atención médica, espacios para poner
nombre a sus sentimientos, luz y fuerza para seguir amando y confiando,
para enfrentarse a la incertidumbre, a la enfermedad, a la muerte de
seres queridos y al fin de la propia vida”[1].
En la misma carta, monseñor Barrio recuerda que la historia de la
Iglesia “es gloriosa porque es historia de sacrificios, de esperanzas,
de lucha cotidiana, como lo hemos comprobado en esta temporada. Nuestra
fe se ha ido abriendo paso en medio de recursos humanos precarios, que
en vez de desalentar nos han animado”.
El arzobispo comenta, en alusión a la figura de San Juan de Ávila,
que “fue un testigo del amor de Dios. En la cruz pastoral propia del que
vive el evangelio, se sintió inmensamente amado y escuchado. Sabiendo
que Dios con permanente amor nos escucha, nos mira y pone atento el oído
a todas nuestras penalidades, decía que hemos de pisar por donde Cristo
pisó, porque no se evangeliza con estrategias, métodos, acciones, sino
que los que evangelizan son personas que adoptan un determinado estilo
de vida que es la que verdaderamente evangeliza”.
Monseñor Barrio apunta, además, que San Juan de Ávila veía “la
pobreza y el acercamiento a los pobres con austero estilo de vida como
necesarios para una efectividad evangelizadora. No concibe la misión
sino en fraternidad con otros sacerdotes y laicos, creando comunión en
su entorno, dejándose formar por Dios a través de los acontecimientos de
la vida, y buscando siempre la voluntad divina con una disponibilidad
plena para cumplirla. Son rasgos de un estilo de vida que debe estar muy
presente en vuestro proceso de formación para el sacerdocio, queridos
seminaristas, y en la vida de sacerdotes y diáconos”.
[1]Carta del Card. Stella a los sacerdotes españoles en la fiesta de San Juan de Ávila,9 de mayo de 2020.