Hoy en día no hay distancias; la cultura y la civilización
han llegado a todos los lugares de la diócesis, siempre que no se las
rechace. Pero el paisaje de Terra de Soneira, aún conserva el
aroma de lo salvaje: las leyendas se suceden (tal vez por la cercanía a
Finisterre); sus gentes portan con orgullo la herencia de una historia
de “indoblegables” (puede que por la presencia de un Castillo, testigo
de las Revueltas Irmandiñas. Comunidades parroquiales activas, discretas
y entregadas que hoy se unen para encomendar de manera especial a todos
los diocesanos. Su comunión es fuerza para toda la Iglesia.
Algunos signos de vida parroquial en tiempo de coronavirus:
– La celebración de la Misa todos los días, para encomendar a todos
los feligreses y a los afectados por la pandemia. En las parroquias, una
intención especial va siempre en la patena, junto al pan, para poderla
ofrecer a Dios como petición y también como acción de gracias: las
vocaciones sacerdotales. Estas feligresías cuentan, en la actualidad,
con dos seminaristas mayores cuya ordenación diaconal es inminente.
Además, un nutrido y cualificado grupo de monaguillos colabora desde
hace años en las ceremonias.
– El párroco, Daniel Turnes, compagina tu tarea sacerdotal con el
trabajo de profesor de Religión en Sta. Comba. 316 alumnos. Asumiendo en
primera persona las ventajas y la fatiga del teletrabajo, ha tenido que
multiplicarse para dar abasto con el seguimiento académico a los
estudiantes. Pero esto también le ha permitido mantener el contacto con
todos ellos.
– Acompañamiento de los que se disponen de forma inmediata para
recibir la Primera Comunión. Unos cien niños y niñas se preparan en la
catequesis local, con un índice de continuidad muy elevado (el 60%-70%
sigue su formación de postcomunión en la parroquia), dato que se
atribuye, en gran medida, a la instrucción e implicación del equipo de
catequistas.
– Cáritas: un presupuesto anual de 15.000 euros, habla de la
generosidad de los feligreses (en torno a 1800-2000 habitantes). En
tiempo de confinamiento, mantienen la atención primaria de 23 familias
junto a la alerta ante posibles emergencias. Un equipo de 18 voluntarias
ha permitido dinamizar durante todo el año la actividad de Cáritas,
encauzando un buen número de situaciones complejas, organizando sorteos,
cenas solidarias o solidaridad con Mozambique (recientemente se han
donado al país africano 2000 euros para proyectos de desarrollo).
Durante el presente confinamiento, las tareas de reparto de alimentos se
coordinan con los Servicios Sociales del Ayuntamiento para proteger al
máximo la salud de usuarios y voluntarios. Por otra parte, una casa
arreglada espera la llegada inminente de a una familia de refugiados
sirios a la que se ha brindado acogida. La Rectoral del Cambeda se
estaba reparando, asimismo, para personas con limitados recursos
económicos. Ambos proyectos esperan el final de la crisis sanitaria para
continuar su rumbo. Conscientes de la dificultad que se avecina cuando
la sociedad vaya terminando el confinamiento domiciliario Cáritas se
prepara reforzando el seguimiento de los colectivos más vulnerables:
emigrantes, mujeres maltratadas, enfermos, gente mayor, etc. En este
aspecto, además de la preocupación del párroco y sus colaboradores más
inmediatos por los que viven solos, destaca la preocupación de los unos
por los otros en el ámbito parroquial y vecinal.