
Sin embargo, su reflexión en esta ocasión no está centrado en temas
económicos aunque haya motivos para ello debido a la tremenda crisis
económica provocada por este virus. Desde su hogar, Gimeno sorprende a
sus tradicionales oyentes con una fuerte experiencia de fe que
experimentó justo antes de la llegada del virus y cómo precisamente puede ser la fe la que transforme esta sociedad parada actualmente por la pandemia.
En busca de la fe
En un vídeo colgado en su canal de Youtube, este consultor y economista avisa de una “reflexión más personal e íntima” donde mezcla el profundo impacto con el que salió recientemente de un Retiro de Emaús, con la fe y el coronavirus.
“Siempre he creído en Dios, a veces más, a veces menor”, explica. Pero desde hacía un tiempo “notaba mariposas en el estómago de ir buscando algo más”. Y por ello, habla brevemente de tres palancas que a lo largo de su vida le han hecho buscar la fe.
Las palancas que le hicieron ponerse en búsqueda
En primer lugar, Pablo Gimeno habla del importante papel de su madre, “la locomotora de la fe en mi familia”. Madre de cinco hijos, “tenía una fe muy fuerte” y que según Pablo tenía dos particularidades.
“Siempre que ibas con ella de la mano, a las 12.00 paraba y nos decía; ‘mira al cielo, eleva la vista, el Ángelus. Mira que pequeños somos’”,
recuerda su hijo. El segundo aspecto era su devoción por la Milagrosa.
Cada 27 de noviembre se hacía con unas Medallas Milagrosas y se las
repartía a sus hijos para que las llevase.
Hace cuatro años su madre enfermó gravemente, estuvo en la UCI pero no murió precisamente hasta el 27 de noviembre, día de la Medalla Milagrosa, a las 12 del mediodía, la hora en la que cada día elevaba la vista al cielo. “Son cosas que te hacen reflexionar, que te hacen pensar”, reconoce él.
Su paso por una universidad católica, la Francisco de Vitoria,
también dejó en él algunas semillas que le han ido alimentando
posteriormente. Y la tercera palanca de la que habla es su mujer, con la
que lleva 10 años casado.
Estas palancas convergen en este 2020 cuando en enero su mujer
hizo un Retiro de Emaús y ya en febrero, poco antes de que estallara la
crisis del coronavirus en España, lo hizo él. No sabía por qué lo hacía más allá de que les habían hablado bien.
“Hacer Emaús ha sido para mí la más, o una de las tres, experiencias
más importantes y brutales de mi vida. Os cuento esto porque tuve dos
encuentros en ese fin de semana de retiro encerrado sin móvil, sin
amigos, sin poder comunicarme que fueron muy fuertes para alguien con una fe tibia como la mía pero que buscaba”, reconoce Pablo Gimeno.
Este economista afirma que este primer encuentro “fue con el Señor”.
Abrumado por este retiro y cómo ha cambiado su forma de ver la vida
asegura que “yo nunca había hablado así de potente, de rotundo, como cuando hablo de economía”.
"Me sentí mirado por Él, tocado"
La experiencia con Dios en aquel retiro –asegura Pablo Gimeno- “fue un tú a tú. Me sentí mirado por Él, me noté tocado
y fue un encuentro absolutamente brutal que me permitió un segundo
encuentro igual de impresionante. Me encontré allí conmigo mismo”.
Este experto en Economía reconoce que nunca había tenido dos encuentros como aquellos. “Me hicieron renacer porque nunca había llorado tanto, nunca había sentido tantas emociones de miedo, tristeza, humildad, de sentirme pequeño”, relata.
Aunque hicieron por separado, tanto Pablo como su mujer salieron con la misma experiencia. Explica que “nos ha valido para ser mucho más felices, para poner a Dios en el centro, para reordenar las prioridades y para entender las cosas que hacíamos mal”.
Fue tal el cambió que experimentó en aquel retiro que durante el mes
de febrero convenció a más de 50 personas que para también lo hicieran.
“Salí de Emaús pensando que ese retiro podía cambiar la sociedad un poco enferma que tenemos.
No lo tenían que hacer esas 50 personas si no los 50 millones de
españoles porque pensé que haría una sociedad mejor, más fuerte, más
unida que recuperaría los valores de la familia en una sociedad que va
con prisa, de hijos que dejan solos a sus padres, que hace un culto del
cuerpo pero o a lo espiritual. Y que conste que yo estoy en esa
sociedad”, afirma.
Y entonces llegó la pandemia y el coronavirus arrasando España.
Y en medio de esta situación Pablo Gimeno vincula este Emaús a la
crisis que vive el mundo, con tantos muertos, enfermos y una crisis
económica que se está llevando cientos de miles de puestos de trabajo.
“El que haya perdido un familiar o esté sufriendo espero que sepa
leer el contexto en el que está hablando”, pide Gimeno. Pero en el otro
lado de la grave crisis que se está viviendo puede intentar extraerse un aspecto positivo.
En su opinión, “dentro de un tiempo nos va a venir bien como sociedad. Esta crisis del coronavirus es una especie de Emaús en potencia
que nos ha mandado para casa, es brutal la fuerza que tiene esto. Te
mandan a casa, te encierran, te quitan el fútbol, te encierran con tu
familia y al menos vas a tener un mes para pensar”.
Recordando a aquellas 50 personas que convenció para que hicieran
Emaús, ahora ve que esta posibilidad se abre a todo un país, a todo el
mundo. “Es como si todos pudiéramos ahora hacer un ejercicio de
reflexión sobre lo que tenemos en la vida, el amor, de tantas prisas que
llevamos en la vida, de tantos consumismo y de los dioses que tenemos…”.
Con esta crisis “vemos que pequeñitos somos, pequeños atomitos que estamos en el mundo y que dependemos de Arriba. Personas
que no he visto rezar en mi vida están ahora metidos en cadenas de
oración del trabajo, de la familia y se han dado cuenta primero de dónde
está Dios y de dónde estamos nosotros”.
Sin olvidar el drama que hay tras esta pandemia, Pablo Gimeno sí cree
que en este otro aspecto “este retiro, confinamiento nos va a traer
muchísimo bien no sólo a Madrid, a España y al mundo. Hacía falta parar, resetear y volver a nacer”.
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